Buscando amigas
Fecha: 09/09/2023,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Lobo Feroz, Fuente: CuentoRelatos
... decurso de las noches va germinando un sentimiento de simpatía primero, este deviene en afecto y cordialidad para por fin decantar en deseo que va creciendo en intensidad, la conversación matizada con detalles y sensaciones de la intimidad de cada uno suma el condimento necesario para poner la caldera del deseo en su punto máximo. Como si la plática del whatsapp no fuera suficiente, sumamos el contacto diurno por el celular.
Poco falta, casi nada, para que el estallido de la revelación tome contacto, el contacto virtual está llegando a fin de su ciclo, los mensajes adquieren cada vez mayor voltaje, los ánimos no soportan el alejamiento, y de golpe alguien escribió: -¿Y si nos vemos?
Pero... recién ahí la realidad no dio de golpe en el corazón, la distancia era de solo 50 km, tampoco era una barrera que impedía el acercamiento físico. Nos dejó pensando, cada uno en su mundo, pero Paloma, sacó de la galera del mago con una carta de triunfo, escribió: - La semana próxima debo estar en la capital, te parece si... – Si qué? -fue la respuesta - ¿Si... nos encontramos? -¡Siiiii!!! fue la devolución a esa pregunta.
El resto es fácilmente deducible, a las pocas horas de su arribo nos encontramos. Solo una pequeña foto nos acercaba a una realidad que nos inquieta por igual.
Los años y la experiencia de vida no sirven, ahora la cosa es vis a vis, el todo o nada, gustar o ser rechazado, me sentía como Julio César a la entrada de Roma, y como él me dije, “la suerte está ...
... echada”, entré al discreto barcito, ella eligió el lugar, yo la hora, la reconocí, me gusto, me gustó mucho, era mejor de la imagen que de ella tenía todas noches de diálogo. Ahora faltaba lo peor, me miró, nos miramos, me sentí rindiendo el más difícil examen de mi vida, no hubo respuesta, solo una sonrisa, sin dejar de mirarme en sus ojos, me senté, el momento de solicitar un café al camarero sirvió para ordenarme y ver como afrontaba el minuto siguiente.
Saque mi vista de ella para mirar al camarero, era una forma de darle un respiro y que pudiera evaluar sin la inquisidora pregunta ocular, ¿qué tal?, ¿te gusto?. Al devolverle la mirada me topé con una sonrisa cálida, había complacencia o resignación, pero al menos no rechazo de plano.
El calor de café parecía crear un clima más natural, más cálido y afable. De ahí en más, con el hielo del encuentro derretido, más alguna broma de circunstancia la charla fue discurriendo por los carriles usuales de dos personas que saltaron el obstáculo del primer encuentro. Departimos como una hora, pasamos por varios tópicos sin entrar en esas intimidades que nos habían alentado a llegar a este momento, claro una cosa es el trato a través de una pantalla y otra muy distinta el cara a cara, donde estamos rindiendo examen con cada gesto, con cada palabra, todo en blanco y negro y sobre la mesa.
Como a ella se le hacía tarde para llegar a no sé qué lugar, pagué y salimos, me ofrecí a llevarla en mi auto. Ahora en el ámbito intimista del ...