1. Caitiff


    Fecha: 15/09/2023, Categorías: Lesbianas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Estaba de rodillas sobre el duro suelo. Permanecía con sus ojos cerrados, buscando mantenerse ajena a todo lo que le rodeaba. Deseaba alejarse de allí, poder escapar de aquella imposible situación en la que se hallaba atrapada. Respiraba abotargada mientras notaba el sudor recorrer su cuerpo. Para colmo, el intenso dolor que sentía en sus manos era ya insoportable. Las esposas las tenía demasiado apretadas.
    
    Escuchó pasos por detrás. Dos personas venían hacia ella. Afinando un poco su oído, notó que unos eran suaves, casi livianos. Los otros, más pesados y fuertes. En un momento dado, percibió que los recién llegados se separaban, colocándose a cada lado de donde se encontraba. Dejó escapar un poco de aire y se lamentó. Estaba aterrada.
    
    Abrió los ojos y lo primero que vio fue el suelo sobre el que se hallaba. Estaba compuesto de desgastados tablones de madera. Alzando la vista con cuidado, descubrió que se hallaba sobre el escenario de un teatro. Su largo y rizado pelo rojo le ocultaba la visión, así que, subiendo un poco más su cabeza, pudo ver la zona del público. Había varias hileras de asientos, aunque la mayoría estaban vacías. A los lados y elevadas por encima, estaban las zonas de palco, cuatro por cada piso. Miró hacia un lado y a otro, angustiada e impotente.
    
    Todo tenía un aire fantasmagórico. Su público era escaso y parecía ausente. La mayoría estaban en los asientos delanteros. Tan solo había una persona en la mitad y dos en la zona del final. En el palco ...
    ... vio a otras dos, vestidas con extrañas túnicas rojas. Sus cabezas permanecían ocultas bajo capuchas. Los miró con detenimiento y más allá de sus brillantes ojos y sus pálidas pieles, poco más pudo sonsacar.
    
    De repente, una voz rompió con el monótono silencio que gobernaba aquel lugar:
    
    —Hermanos y hermanas vástagos —comenzó a hablar el misterioso interlocutor—. Siento haberos sustraído de vuestras importantes tareas, pero, como ya os informé, tenemos un asunto muy importante entre manos que requería vuestra presencia.
    
    El público permanecía callado. Ella se fijó en cada uno de los espectadores, todos impertérritos ante lo que presenciaban. Eran estatuas inanimadas, desprovistos de vida o sentimientos. Tan solo notó cierto atisbo de actividad en la persona que se hallaba a la mitad. Se trataba de una mujer de piel muy blanca y larga melena negra que le caía en cascada por los hombros. Llevaba un vestido ligero que dejaba al descubierto parte de sus encantos. Sus candentes ojos verdes oscuros estaban clavados sobre ella. Tembló al notarse tan observaba, aunque había motivos mayores para hacerlo.
    
    —Hace dos noches, uno de nuestros miembros rompió la Mascarada al llevar a cabo un osado acto del que no se informó a la Camarilla —prosiguió la voz, que a estas alturas, identificaba como la de un hombre—. Este vástago osó convertir a un humano.
    
    De repente, el apagado público se encendió. Hubo algunas reacciones y sonaron varios murmullos. En el palco, las ocultas figuras ...
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