-
Soñando con mi madre
Fecha: 04/12/2021, Categorías: Incesto Tus Relatos Autor: Anónimo, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
Hola, me llamo Juan José y quiero contarles una historia erótica que llevo desde hace un tiempo. Estoy caliente con Roxana, pero hay un pequeño detalle: ella es mi madre. Roxana es verdaderamente hermosa. Tiene 54 años y es bailarina profesional. Profesora de danzas clásicas, actúa en compañías importantes y enseña en varios institutos. Separada de mi padre desde mi infancia, yo quedé ligado a ella desde los seis años. Mi padre, que también era bailarín, gustaba de los hombres por igual que de las mujeres y se enamoró de otro bailarín y se separó de mi madre. Si bien lo vemos a veces, nuestro trato es casi formal. No tenemos relación afectiva. Por el contrario, siempre amé a mi madre en todo sentido. Ella me dio todo. Pude estudiar y me recibí de ingeniero. Tengo actualmente 32 años y vivo solo (soy soltero), cerca de la casa de mamá. Ella sigue con su danza y nos vemos dos o tres veces a la semana. Siempre estuve enamorado de mi madre. De chico, la miraba ensayar y le adoraba las piernas. Todas las bailarinas tienen por el aerobismo que practican cuerpos espléndidos y mi madre no es la excepción. De adolescente, ya me gustaba mirarle el culo, porque a decir verdad era perfecto; y también gozaba de verles sus tetas porque Roxana tiene unas lolas bárbaras. Su corpiño calzaba 100 de joven y ahora un poco más madura, con un par de kilos de más, marca 120, afortunadamente, porque esas tetas me fascinan. Pero lo más zarpado de mi adolescencia eran las pajas que le ...
... dedicaba en su honor. No solo porque me calentaban su cuerpo y su hermoso rostro (mi madre es muy bonita de cara, rubiona, tirando a pelirroja, pelo largo, lacio y de ojos negros sugestivos) sino que en más de una ocasión, la escuchaba garchar con un amante que tenía. Otro profesor de danza tuvo con ella un romance que duró como cinco años. Digamos que desde mis trece o catorce años y hasta mis dieciocho, solía escucharlos coger desaforadamente en la habitación contigua de nuestro departamento y eso me ponía muy cachondo. Oía a mamá jadear, gritar excitada y hasta decir groserías que me calentaban mucho mucho. Al fin y al cabo, pese a ser mi madre, era una mujer y tenía derecho a disfrutar del sexo. El tipo se enojó un día y no volvió más a casa. Desde entonces, nunca más la escuché coger con otro. Supongo que lo habrá hecho pero por lo menos, no en casa. Por mi parte, a los dieciocho empecé a salir con otras chicas en la noche y a vivir mi vida. Pero todo ese período, cuando la oía coger a Roxana, marcaría mi vida erótica para siempre. A decir verdad, si bien empecé a tener sexo con alguna novia y con alguna profesional, mi fantasía más escondida, mi morbo más íntimo y mis deseos más oscuros, estaban asociados al recuerdo de mi madre y de su bello sexo. Siempre, en alguna ocasión, por algún motivo X, me volvía el recuerdo de esas noches en las cuales me excitaba escuchando sus gemidos y mi mente volaba. Soñaba con que algún día, se daría la oportunidad de poder tener sexo con ...