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In vitro 2
Fecha: 07/07/2018, Categorías: Infidelidad Autor: murgis, Fuente: RelatosEróticos
A la mañana siguiente nos despertamos tarde, a eso de la 1. Mi estómago pedía meterle algo sólido y mi cabeza pedía a gritos un paracetamol. Aunque bebimos un par de copas como aquel que dice, tenía una resaca que me pareció de caballo. Marta, como si no recordase nada de lo sucedido, se levantó tambaleándose y se dirigió al baño. Creo que iba a vomitar. Comimos y volvimos a la cama. El domingo pasó como una tarde pesada y gris envuelta en la niebla. Ninguno sacó el tema. El silencio era nuestro más poderoso aliado en aquel momento. El lunes por la tarde mi mujer salió de viaje. Tenía que cerrar unos asuntos con un cliente de Sevilla. La acompañé a la estación. Cuando nos despedimos en el andén, entre el ruido de trenes y el murmullo de viajeros apresurados, nos miramos fijamente a los ojos. No hicieron falta palabras, sabía lo que quería que hiciese en su ausencia. La complicidad hizo brillar sus ojos mientras apartaba su pelo moreno de la cara. Aunque era ligeramente rizado, se lo había alisado. Estaba muy atractiva. Te quiero (me dijo). Al día siguiente, y no sin antes haberle dado mil vueltas, llamé a mi amigo Nacho. No cogió el móvil. Empecé a inquietarme sin saber muy bien por qué. Ya en casa, a eso de las 9 de la noche, me devolvió la llamada. -¿Cómo estás Raúl? Vi tu llamada perdida. Dime. -Hola Nacho. ¿Quieres que tomemos una tarde de éstas un café y charlamos? Me gustaría proponerte una cosa. -¿Una tarde de éstas? Eso suena bien Raúl. ...
... ¿Por qué no mañana mismo? -Esto está hecho. Colgué el teléfono y aún me temblaban las manos. Me tumbé en el sofá y volví a cuestionar mis intenciones. ¿Estaba realmente preparado para vivir aquello? ¿Tan importante era para nosotros tener un hijo? Recordé la conversación que tuvimos la noche de la visita de Nacho a casa. Estaba claro que Marta haría lo que fuese necesario para tenerlo. De hecho, la idea de que mi mujer se lo iba a pasar bien con todo aquello se cruzó en mi mente como un relámpago. Era obvio que hasta aquella sucia noche no conocía realmente a mi mujer en la cama. Salieron cosas de mi boca que jamás hubiese imaginado, pero en ningún momento hubiese pensado que salieran de la boca de mi mujer. Será puta (pensé). La tarde del miércoles me encontraba sentado en una de las mesas pegadas a la cristalera de la cafetería Royal. Esperaba a mi amigo mientras jugueteaba nerviosamente con el papel de un azucarillo. El café se me quedó helado. Ni lo probé. Nacho llegó diez minutos más tarde. Iba vestido tan sucio e informal como siempre y llevaba la barba de dos o tres días. Cuando entró, me fijé en dos chicas que había sentadas en la barra. Se dieron la vuelta para mirar a Nacho y cuchichearon entre ellas. Sonrieron. El muy cabrón debía de tener a todas las zorritas que quisiera. Le examiné brevemente mientras se dirigía a mi mesa y pude entrever al galán descarado y cara dura que atrae a muchas mujeres sin saber muy bien por qué. Era un chulo pero había que ...