1. Fin de semana en Caracas


    Fecha: 08/07/2018, Categorías: Gays Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    Enrique llegó al aeropuerto de Maiquetía Simón Bolívar cuando ya decaía la tarde del viernes. Un taxi lo llevó al hotel Tamanaco a unos 4 kilómetros de Caracas.
    
    Abriendo la bolsa de mano, recordó lo que le había preguntado a Ariadna, después de haberse cruzado un montón de correos y de confesarse cosas íntimas:
    
    —¿Te masturbas? Si te tocas. ¿Cómo lo haces?
    
    Esperaba que le respondiese a la primera pregunta, pero no a la segunda. Estaba equivocado, Ariadna le mandara un correo, diciendo:
    
    —Pues te cuento como me masturbé anoche. Estaba en mi cama. Abrí el correo que me escribiste. Y antes de empezar a leerlo me quité el short y las bragas. Abrí mis piernas y mientras lo hacía me tocaba las tetas. Lamía los pezones y los mordía fuerte, me gusta así. Empecé a rozar los labios de mi coñito, (ahorita tiene más vellito del que usualmente llevo, suelo llevarlo muy bien depilado) mis labios son gruesos y mi clítoris grande, gordito. Noté como me mojaba, me mojo mucho y bastante rápido, sólo con leer algo que me guste o que me besen me mojo y puedo empapar las bragas.
    
    Empecé a rozar mi clítoris y al momento quería tocarlo brusco, como si me follaran rápido. Cuando me excito mucho meto dos deditos dentro, al rato seguí estimulando mi clítoris, probé mis flujos. De lo rápido que lo hacía acabé en minutos.
    
    La polla de Enrique se había puesto dura. Recordó la cara de Ariadna y en la suya se dibujó una sonrisa tan amplia como la que la chica tenía en una de las fotos que ...
    ... le había mandado.
    
    Sus fotos, el deseo de conocerla en persona y aquel correó erótico lo habían llevado a Venezuela.
    
    Ariadna, en foto, era guapa, pero por algún extraño motivo, veía en si misma más imperfecciones que belleza, Veía la imperfección en la cicatriz de un golpe que llevara, y no veía la belleza en sus senos casi perfectos (le había mandado una foto) Veía imperfección en su cabello corto y no veía lo bien formado que tenía el talle o sus preciosas piernas, veía imperfección en su piel, que según ella no tenía el tacto de la porcelana, o en su vientre que no era plano y no valoraba en lo que valían sus sensuales labios o sus lindos ojos.
    
    Pasaron las horas y Ariadna, fuera por el motivo que fuera, porque Enrique la intimidaba, porque pensara que no le iba a gustar o porque Enrique tenía 63 años y ella era una veinteañera, y en el fondo, sólo quería coquetear, el caso fue que Ariadna no acudió a la cita.
    
    Lejos quedaba aquel:
    
    "Hola que tal?
    
    Hace poco leí uno de tus relatos eróticos y la verdad es que me excitó mucho.
    
    ¿Se puede saber más de ti?"
    
    Aquel "... me gustaría tomar un café contigo". Aquel "... me gusta mucho el sexo, empecé a experimentarlo muy joven. De adolescente veía mucho porno y me masturbaba, aunque perdí la virginidad hace sólo un par de años". Aquel "... te mordería los labios, me gusta mucho hacerlo". Aquel "... me gustaría que me dejaras hacerte lo que yo quiera y que hicieses con mi culo, mis tetas y mi coño lo que quisieras". ...
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