1. Fin de semana en Caracas


    Fecha: 08/07/2018, Categorías: Gays Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    ... Aquel "... nunca han acabado dentro de mí, nunca he sentido la leche de nadie dentro, me da mucha curiosidad saber que se siente". Aquel "... mi jugo vaginal sabe dulce". Aquel "... me gusta besar al chico después de haberme comido el coño". Aquel "... me gusta mamar polla y tragar la leche de la corrida". Aquel "... me han enculado, pero aún no me he corrido así". Aquel "... en un polvo me he corrido tres veces". Aquel... "comería un coño y dejaría que me lo comieran, me gusta experimentar". Aquel "... me masturbo a menudo, soy muy caliente, especialmente después de tener el periodo". Aquel "... anoche volví a leer lo que me escribiste, me puse muy cachonda, me toqué y tuve un orgasmo delicioso". Aquel ¿si estuvieras en mi cama que me harías?", y la respuesta de Enrique.
    
    —Si te tuviera en mi cama, al ser la primera vez, te haría el amor con dulzura. Te comería la boca, te besaría el mentón, el cuello... después mi lengua haría círculos sobre los pezones, te chuparía las areolas y te magrearía las tetas. Cuando tus pezones rayasen diamantes te los mordería con la fuerza justa... Largo rato estaría turnando tu boca y mi boca con las tetas... Bajaría lamiendo y besando tu vientre, te besaría y lamería el ombligo, y como te tengo tantas ganas, metería mi cabeza entre tus piernas, lamería con la lengua plana desde tu ano hasta tu clítoris y saborearía tu humedad. No, la primera vez no te follaría el culo y el coñito con la punta de mi lengua. Levantaría tus nalgas con mis ...
    ... manos y lamería el clítoris de abajo arriba, de arriba abajo, hacia los lados, alrededor y te lo chuparía, todo muy despacito. Volvería a recorrer tu cuerpo con mis labios. Volvería a comer tu boca para que saboreases tus jugos mientras mi polla rozaba a la entrada de tu coño. Te metería la puntita y después la sacaría para volver a recorrerte con mis labios en sentido descendente hasta llegar al coñito de nuevo. Mi lengua volvería a jugar con tu clítoris. Tú, gimiendo, sentirías como tus jugos descendían y mojaban tu ano. Cuando tu respiración y tus gemidos me anunciasen que te ibas a correr, te metería la punta de la lengua en la vagina y con el resto de la lengua apretaría el clítoris, tú moverías la pelvis buscando el orgasmo, y tirándome de los pelos, te correrías en mi boca.
    
    Enrique bajó a la cafetería del hotel. Un par de horas más tarde, sin haber cenado, y después de varios whiskys comenzó a sentir la soledad del corredor de fondo. El barman, un joven venezolano muy atento, le preguntó si quería compañía femenina para esa noche, pero para Enrique, o era Ariadna o no era ninguna.
    
    Volvió a la habitación, una habitación que tenía una cama de madera roja a la que cubría una colcha con los colores blanco y vino tinto, dos mesitas de noche, un par de sillas, un aparador, un pequeño armario, tres cuadros en la pared, uno encima de la cabecera de la cama, otros dos a los lados y un gran ventanal con tres cortinas
    
    Enrique se metió en la cama, cerró los ojos y volvió a ...
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