1. Ser jefe tiene sus privilegios. El culo de Helena, el premio ¡Qué premio!


    Fecha: 24/07/2017, Categorías: Incesto Autor: Lobo Feroz, Fuente: CuentoRelatos

    ... pide permiso, lo toma a como dé lugar, ese es el momento del sexo, sin pensarlo más se dejan llevar por sus propias necesidades. El pantalón del hombre cae en sus tobillos la fada de ella elevada con urgencia, la bombacha corrida…
    
    La “máquina” de Alejo, tamaño feroz, la abre más que en su primera vez, los gemidos iniciales son quejido en la impiadosa cogida. Cada entrada es un empalamiento, no para de meter y meter, ni pensar en su orgasmo, tan solo como poder sobrevivir a esa poronga tan grande. Ufff… por fin el hombre está llegando a su momento feliz, decide a llenarla de leche. ¡Uff, Qué alivio!
    
    — Con eso que tienes, todas son estrechas para vos, me rompiste toda. –imposible, rodearla con la mano, me hubiera gustado disfrutarla mejor, pero como no estoy acostumbrada, el dolor fue más que placer...
    
    Helena se sorprende haberse tragado todo el miembro, el semen abundante se le escurre hasta el orto. El dedo de Alejo recoge el líquido y juega frotando sobre el aro anal, lo aparta asustada:
    
    —¡No!, no, ni te animes, me vas a matar. –llena de miedo.
    
    —Quédate tranquila, te lo perdono... —no la tranquiliza demasiado.
    
    Lo complace dándole una soberbia mamada. Él es bueno en caricias digitales, disfrutan haciendo el 69, ella arriba se contonea al ritmo de la boca de Alejo, se deja in en un orgasmo inesperado y largo, desocupa su boca para no ahogarse y gozar.
    
    Goza del prolongado orgasmo, retoma la mamada. Abierta de piernas se ofrece, se sube encima del hombre, ...
    ... éste la toma de las caderas, empujan juntos, hasta el fondo, duele adaptarse al tamaño. En su corta vida sexual conoció solo tres, ésta es el doble Walter. Empalada no es la mejor postura, al menos hasta que se acostumbre a su tamaño, mejor boca abajo, Alejo le dedicó media hora de metisaca para eyacular, con lo último llega al agónico orgasmo, aguanta todo el pedazo.
    
    La ducha y el bidé no borran las huellas de la brutal cogida, vuelve a casa irritada y dolorida. Da a Walter la noticia, él quiere sexo, ella solo dormir...
    
    Walter recuperó la autoestima, revalorizado, más activo, le da sexo como al comienzo de la relación, se siente bien, ver así a su marido justifica dejarse coger por el jefe. Está destruida, el sexópata del gerente la hace delirar y la deja destruida, cuesta aguantar a este hombre, buen cogedor pero insaciable.
    
    Alejo la puso a dieta: mamadera de semen y morcilla en ración doble.
    
    Con consoladores de buen tamaño comienza a hacerle la doble penetración, rutina casi diaria, comienza a tomarle el gusto. Walter comienza a jugarle en el culito, al fin se lo entrega con temor, un gel especial para relación anal ayudará. Le unta y dilata el esfínter, el glande espera el momento para mandarse, la distrae con caricias.
    
    Gritó, dientes marcados en la almohada para mitigar el dolor, la cabeza adentro, notable diferencia con el artificial, firme avance, quejidos y lágrimas, trata de relajarse. Más se queja, más se excita él, volcó con todo el cuerpo, forzando a ...