Afortunado
Fecha: 17/07/2018,
Categorías:
Voyerismo
Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... orgasmo es brutal, tanto que es interminable, llevándola a una espiral desconocida, de continuos clímax de distinta intensidad, que la hacen temblar, gritar, mientras el joven percute potente.
Para cuando el hombre eyacula en su interior, en su matriz, está segura de ello, no sabe cuántas veces se ha corrido. Sean decenas o sea una sola pero interminable vez, nunca nadie la ha elevado hasta los cielos como este joven negro ha hecho. Pero se separa de él, rápidamente pues las campanas empiezan a sonar anunciando la medianoche.
***
He pasado la noche en blanco. El espectáculo que mi mente me ha brindado protagonizado por mi mujer me tiene alteradísimo. Puedo mover párpados, labios y un poco el cuello, pero siento convulsiones en todo mi ser, pues una nueva idea ha nacido en mi cabeza y me tiene loco.
Tal vez mi subconsciente pueda leer secretos inconfesables de las personas que me rodean. Tal vez, mi mujer se lió con un negro estando yo en coma. Tal vez, la enfermera me hizo una mamada cuando yo aún estaba vegetativo. Tal vez… sí, ya lo sé, soy muy afortunado por poder leer la mente de las personas, pero ¿qué pasa cuando no quieres leerla? ¿O no te gusta lo que ves?
He decidido tomar cartas en el asunto, pues siempre he sido una persona resuelta que encara los problemas de frente. El ataque es la mejor defensa, pienso, así que debo averiguar si ha ocurrido o no. Pero no puedo hablar y mis párpados, por más activos que estén, difícilmente llevarán a mis ...
... conversadoras a sacar el tema. A Lola le preguntaría directamente, pero a Doña Gertrudis… también. ¡Qué coño! Soy el cliente y estoy pagando.
Además, la enfermera podría confirmarme que mi miembro es otra parte de mi cuerpo que ya ha renacido. ¿Pero cómo lo hago? No me queda otra que estar muy pendiente de sus movimientos cuando me asee, a ver si mi pene reacciona.
Pero no noto nada cuando lo hace y, forzando el cuello un poco más, lo miro atentamente mientras trabaja. Y no reacciona. Es desesperante, pero lo peor es que tengo que oír de nuevo lo afortunado que soy ante los mínimos avances que mi cuerpo va logrando.
Así estoy, más deprimido que vegetativo, cuando entra Rita, mi cuñada, dos años menor que Lola y con la que siempre he tenido buena relación. Esta mañana, me informa, mi mujer no puede venir pues tiene una reunión con Carlos y unos clientes, no sabe cuáles y su hermana tampoco se lo ha dicho, como tampoco me lo dijo a mí ayer, así que me hará compañía mientras la esperamos.
Su presencia no me incomoda pues es una joven agradable y muy risueña que, en mi estado, tiene la virtud de no mirarme con pena ni incomodidad, pero mi mente está en otros menesteres. También es una mujer decidida, más que Lola, así que lo primero que hace es interesarse por mis progresos y ayudarme a ejercitar mi musculatura para avanzar. Así, igual como me ha pedido la doctora hace escasos minutos, debo mostrarle como muevo los labios y el cuello. No es mucho, pero es más que hace unos ...