1. Afortunado


    Fecha: 17/07/2018, Categorías: Voyerismo Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos

    ... ligeramente, sin levantar el culo de la colchoneta, abre la boca y toma su penitencia.
    
    -Basta. –La doctora me ha soltado la mano con violencia, levantándose de la silla escandalizada. -¿Cómo puedes saber eso?
    
    No es fácil calmar a un ser humano que ha visto hurgar en sus secretos más íntimos, pero lo intento. Le explico que desde que desperté, sueño repeticiones exactas de momentos sexuales de mi vida y que en cinco ocasiones, he tenido estas visiones que también parecen recuerdos.
    
    A medida que se va calmando, razona, clavándome aquellos ojos avellana tan intensos que la caracterizan, sin duda valorando qué sé y qué puedo ver. Hasta que me lo pregunta. También quiere saber quiénes han sido las otras cuatro víctimas. Le respondo tratando de calmarla.
    
    -Las visiones son incontrolables para mí. Han venido y se han marchado para no volver jamás, como si solamente tuviera una oportunidad en cada caso. –Me pregunta quién de nuevo. Se lo explico, dejando a Lola para la última pues quiero que comprenda mi inquietud. Comprende que he visto algo referido a mi mujer que no me ha gustado, así que su nerviosismo se va relajando.
    
    -No se trata de ningún recuerdo.
    
    Vuelve a sentarse en la silla y ahora es ella la que me toma de la mano permitiéndome continuar. Me sorprende pero su gesto me deja claro que consentirá la visión hasta el límite que considere apropiado.
    
    La doctora, sentada en la colchoneta, parece más joven debido al atuendo escolar pero las facciones de la cara ...
    ... y el cuerpo son las de la mujer de treinta y largos que está sentada a mi derecha. La penitencia a la que el maestro la ha castigado avanza obscenamente, con calma pero sin pausa, pues la joven alumna conoce su lugar, su cometido y el desempeño esperado. Pronto, los sonidos de succión son acompañados por soplidos masculinos, señal inequívoca que el hombre se acerca a la meta, pero la joven no se detiene. Tampoco pierde el ritmo, ni siquiera cuando los bufidos del gigante anuncian el final del castigo.
    
    La doctora me ha soltado de nuevo, preguntándome otra vez cómo lo hago. No lo sé, respondo sincero. ¿Puedes avanzar en la visión? Tampoco lo sé, repito tomándola de nuevo del brazo.
    
    Entonces la chica oye otros sonidos, más lejanos que los que emite el profesor, pero también intensos, molestos, como el frito de un disco mal grabado que ensucia la canción. Son murmullos. De otros hombres, profesores sin duda que se acercan famélicos a través del patio de butacas. ¿Cuántos serán? ¿Media docena? ¿Una? ¿Dos docenas? Debería detenerse, piensa, hacerle eso a un hombre atenta contra las buenas costumbres de cualquier señorita que se precie, pero hacérselo a varios supera en mucho la indecencia. Pero no puede detenerse. Ese mismo pensamiento la excita con una intensidad malsana. Más cuando el inductor de tamaña tropelía inunda su boca.
    
    Varios hombres la rodean cuando se separa del profesor pero la chica no puede, no debe, repetir el acto recién finalizado con cada uno de ellos. ...