1. Cuando un hijo comienza a ver con otros ojos a su madre


    Fecha: 24/07/2018, Categorías: Gays Autor: afuentes, Fuente: CuentoRelatos

    Alfredo era un chico introvertido que creció muy apegado a su madre, ella, Susana, siempre fue una mujer sencilla ocupada de las labores de su hogar, sin embargo su marido, el padre de Alfredo nunca fue precisamente un modelo paterno y mucho menos un buen esposo. Los días transcurrían grises en la familia que simplemente veía el pasar del tiempo lo único que hacia llevadera la relación familiar fue la amistad que comenzó a nacer entre madre e hijo.
    
    Susana era una mujer hermosa, de piel blanca, estatura media y bien proporcionada. Alfredo era un chico común y corriente que a su corta edad comenzó a ver a su madre de una manera diferente, quizás era por el despertar sexual propio de cuando se abandona la niñez o bien el apego que existía en ese par de buenos amigos.
    
    En una ocasión Alfredo vio la ropa interior de Susana en el cesto de la ropa sucia y su impulso fue tocarla, era tan suave que el siguiente movimiento casi involuntario fue llevarla a su cara y olerla, el aroma era algo indescriptible que lo recorrió de pies a cabeza, lejos de causarle repulsión por ser ropa interior sucia, fue conocer o más bien reconocer a Susana como una mujer.
    
    Avanzando en su adolescencia Alfredo era más consiente del maltrato y las carencias de Susana a causa de su padre, por lo que decidió desde esa temprana edad ser quien cuidara de su madre, de su amiga y compañera de vida.
    
    Desde que Alfredo descubrió la ropa interior de su madre, se convirtió en una rutina ir al cesto de ropa ...
    ... para imaginar y fantasear con el cuerpo de su madre portando esas diminutas prendas. Con el tiempo imaginarlo no parecía ser suficiente, ahora Alfredo buscaba verla salir de la bañera, a veces vestida con pantalones cortos y una camiseta holgada o bien cubierta por una gran toalla que envolvía su cuerpo, mirar por la puerta entreabierta o por el filo de la cerradura se volvieron una también parte de la rutina.
    
    Por su lado Susana disfrutaba de la compañía de Alfredo, no había mucho contacto físico entre ellos pero Susana disfrutaba de ver feliz a su hijo y lo trataba como al pequeño hombre de la casa a quien le cocinaba, le atendía y al cual le confiaba sus sueños, sus temores y con quien hacía planes a futuro.
    
    Así siguieron las cosas hasta que Alfredo cumplió 19. Susana apenas llegando a los 40. La rutina era la misma, un padre ausente y un marido hasta cierto punto desobligado y grosero para con su mujer. Alfredo y Susana iban a todos lados juntos, si no fuera por la diferencia de edades cualquiera hubiera asegurado que eran un par de novios de "manita sudada" como decimos en México. Susana seguía hermosa a sus casi 40, todo estaba firme y en su lugar, sin tener unos atributos exuberantes aún robaba muchas miradas, mientras que Alfredo era un muchacho alto, moreno como su padre, delgado y con porte de niño bueno.
    
    Ese mismo año, en diciembre, el padre de Alfredo se alistó para ir de vacaciones y visitar a algunos parientes en otro estado del país, así que una vez más y ...
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