1. MI DULCE Y APASIONANTE ESPOSA TERESA 1


    Fecha: 30/07/2018, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Yo, un hombre de 30 años, impactado a la primera vista de esa hermosa mulata de 16 años, comencé a frecuentarla; y a pesar de la diferencia de edad, los dos nos enamoramos locamente.
    
    Yo la visitaba con permiso de sus padres. Lo nuestro fue aprobado desde el principio con toda su familia, favorecido por mi carácter, y porque era un profesional responsable y honrado. Finalmente me casé con ella y fuimos a vivir separados de ellos, pero en la misma ciudad.
    
    Teresa era una mulata de rostro lindo y risueño, alta de estatura, senos pequeñitos pero erectos, delgada de cintura, pero provista de un par de muslos pura curvas, pues ella es muy caderona. Su cabellera ensortijada y abundante le caía hasta cerca de la cintura, completada con unas nalgas poderosas y sensualmente redondeadas, que con el estilo de caminar de ella se la veía felina y sexy. Todo, todo distinto a su carácter.
    
    Mi jovencísima esposa que yo tenía, era entonces una niña con un incitante cuerpo de mujer: Delicada pero de formas exuberantes, inexperta pero tentadora, sencilla pero seductora, inocente; pero con el cuerpo de una mujer voluptuosa. Yo no caía en cuenta de nada de ello, solo me gustaba y la amaba.
    
    Yo, conociendo que solo era una niña, le hice el amor por primera vez de manera suave, pero apasionada. Le fui enseñando poco a poco los trucos de la cama, tanto del hombre como de la mujer. Ella, tímidamente pero amorosamente fue correspondiendo y aprendiendo, hasta que llegó un momento en que el ...
    ... sexo le interesó, la ganó, la conquistó, y finalmente la arrebató con mucho fuego. Nuestra intimidad estaba llena de calor, no solo por mi experiencia, sino por la fascinación que la carne fue despertando en ella. Yo le pedí desde el principio que todos los tabús y palabras rebuscadas que aprendimos de nuestros padres sobre el sexo las dejemos a un lado, y usemos entre nosotros los términos vulgares sobre el tema. Al principio, ella se moría de vergüenza al tratar de decir esas palabras y sus mismos deseos, pero luego todo cambió, y ella empezó a soltarse en nuestra intimidad. “Que rica es tu verga mi amor” Me decía con cierto temor, “me gusta sentirme tuya papito”, “te espero esta tarde”. Y al regreso del trabajo, me abría la puerta esa niña-esposa con unas tangas minúsculas y atrevidas que se ponía para mí: “Ardo en deseos papito, quiero que me culees rico” me decía, mientras su oloroso aliento de fuego cubría mi boca de besos. Yo la cogía de tal modo que ella gritaba y suspiraba de placer por los intensos orgasmos que experimentaba, hasta que la fui penetrando y conquistando como varón, apoderándome de su sexualidad, terminando por domarla y hacerme dueño de sus impulsos de mujer, haciendo finalmente que ella ceda y se entregue sin reparos, de manera obediente y sumisa a todos mis deseos. “gracias mi maestro, que delicia es culiar contigo”, me decía como en éxtasis, con los ojos entrecerrados, suspirando por su macho.
    
    Ella, en casa tenía la costumbre de andar siempre con ...
«1234»