1. Con el profesor de filosofía


    Fecha: 05/08/2018, Categorías: Gays Autor: SantiagoRodriguez, Fuente: SexoSinTabues

    ... ni el trago conseguía quitarle la timidez. La ocasión estaba pintadísima; a mis 19 años, mucha experiencia no tenía pero solo era cuestión de decidirse. Me acerqué a él, le agarré el paquete y lo miré a los ojos. Había algo de confusión en su mirada, pero no trató de alejarme. Yo procedí a bajarle el cierre del pantalón; él trató de hablar mientras yo buscaba el premio mayor entre sus piernas: “esto está mal, no puede suceder porque tú eres alumno y yo tu profesor y… ¡aaaaaahhhhh, qué ricoooooo!”, interrumpí su perorata al meterme todo su pene dentro de la boca y al mismo tiempo acariciarlo con la lengua. Empecé una mamada de campeonato sobre ese miembro oscuro y bastante grueso aunque no tan largo; en realidad no me importaba el tamaño: yo iba a tirarme a David por su carita bonita, el color de su piel, su personalidad tímida, el color de su piel, su sonrisa picaresca, el color de su piel, su gran inteligencia y… ¿ya mencioné el color de su piel? David no decía nada, solo gemía y gruñía; yo aproveché para quitarme el pantalón y terminar de bajárselo a él. Como él estaba sentado, aproveché para sentarme sobre él y, con un poco de saliva, introducir su miembro en mi trasero. Trató de decir algo pero lo hice callar con un gesto; sus ojos transmitían toda la confusión posible y yo terminé de excitarme con eso y de clavar su pene erectísimo en el huequito de mi culo. Dolió un poco, pero no era momento para demostrar flaquezas ni mariconadas; le arranqué un suspiro al entrar en ...
    ... mí, cerró los ojos y tiró la cabeza para atrás, y yo aproveché para quitarme el polo, sacarle la camisa (no tenía un cuerpo trabajado pero sí que lo tenía todo en su sitio, eso sí, no tenía vellos) y abrazarlo mientras me movía arriba y abajo, hacia los costados y en círculos, despacio… si quería que David volviera a ser mío, debía ser taimado, pues chibolos desesperados por sexo hay a montones; ahora, chibolos que te lleven al cielo: de esos somos pocos y él tenía que darse cuenta de eso. David reaccionó acariciándome el pecho, especialmente las tetillas, lo cual me excitaba aún más; yo le hacía cariño en la cabeza con una mano y recorría su pecho con la otra. Me besó en la boca un par de veces mientras lo cabalgaba; su respiración se hizo paulatinamente más rápida y, con los ojos cerrados, me dijo que se venía; “cuando gustes”, le dije. Y en medio de gemidos y gruñidos, embistió con su pelvis mi trasero; su pene entró por completo en mí, junto con lo que sentí como una cantidad nada despreciable de semen. Lo miré a los ojos, tratando de imaginar qué le diría ahora que se le había ido la arrechura y la cordura se imponía; estuve a punto de abrir la boca algo cuando de pronto me cargó en vilo y me llevó hacia el mueble más grande de la sala y me echó sobre este y él sobre mí, boca arriba, sin sacar su pene del agujero de mi culo; puso mis piernas en sus hombros primero y después mis pies en sus pectorales y empezó a entrar y salir frenéticamente. Me miraba sin decir nada, solo ...