1. Transex dominada


    Fecha: 12/08/2018, Categorías: Infidelidad Autor: lorerojastrans, Fuente: CuentoRelatos

    ... que alguna vez me cogió. Después me di cuenta que aunque si era de un tamaño fuera de lo normal, la había sentido muy grande debido a la inflamación de mi culo por las maniobras con el dildo.
    
    Como me tenía en posición de perrito, sus embestidas repercutían en todo mi cuerpo haciendo que avanzara por la alfombra, pues estábamos en el piso. Hasta que choqué con un muro y entonces él, afianzándose de mis caderas, me penetraba más y más profundamente.
    
    Como mis manos y mis pies continuaban amarrados, mis nalgas estaban cerradas y por ende, mi culo ofrecía cierta resistencia a la penetración. Esto repercutía en los envites que mi verdugo me proporcionaba, de tal forma que estaba siendo brutal y violentamente cogida.
    
    Al parecer, se dio cuenta de que mi participación era necesaria para su satisfacción, y procedió a desamarrarme y quitarme la venda de los ojos.
    
    Me colocó entonces boca arriba y colocándome con las piernas abiertas en un ángulo extremo, me hundió su grueso miembro hasta el tope.
    
    Aunque esta no es mi postura favorita, sentí como sus grandes testículos golpeaban mis nalgas y su vello púbico frotaba mi depilado pubis, y cosquilleaba mi verguita produciéndome un gran placer.
    
    Mis piernas rodearon su cintura y sentí como su verga se adentraba más y más en mí ya de por sí repleto recto.
    
    Una vez más volvió a emitir sonidos guturales y maldiciones y claramente percibí como su verga palpitaba y aumentaba su volumen, y un chorro caliente y espeso llenaba ...
    ... mi ávido y lastimado culo.
    
    Dio un grito como de fiera y afianzándose de mis nalgas, remetió aun más su erecto y palpitante miembro en las profundidades de mi cuerpo.
    
    Duró así un buen tiempo y su dureza no disminuía. Volvió a sus movimientos de vaivén y mis engarrotadas piernas apretaron más su cintura y pude cruzar mis pies por su espalda.
    
    Él, ya más calmado, se agachó hasta alcanzar mis tetas y me chupaba y mordía los pezones de manera ansiosa. Mi lastimado culo, a pesar de la abundante venida que se había dado, me empezó a arder y traté de expulsar la inmensa verga. Como este movimiento lo lastimó, me dio una cachetada y me dijo:
    
    − Te duele, ¿verdad puta? De eso se trata, de que entiendas quien es el amo y que tú no eres más que una perra que está sólo para complacerme y aceptar todo lo que yo haga.
    
    Iba a replicar y me tapó la boca con una de sus manos, mientras que la otra rodeó mi garganta.
    
    − Ni intentes moverte o decir nada, porque apretaré mi mano hasta que dejes de respirar. Así que cállate y vas a hacer lo que yo deseé.
    
    Para esto, su verga ya se había salido de mi culo y él se fue moviendo hasta quedar sentado en mi pecho. Su verga quedó entonces muy cerca de mi boca y percibí los aromas propios del sexo.
    
    Se hincó sobre de mí y cogiendo su verga con la mano, embarró mi cara con los restos de la cogida que me había dado y en un momento dado, me la metió en la boca.
    
    − Mama, puto. -Dijo cambiando de género.− Saborea nuestros jugos y dame ...
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