1. La reeducación de Areana (8)


    Fecha: 14/08/2018, Categorías: Confesiones Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... asistente llevó a Areana en cuatro patas hasta su dueña y entonces Amalia le ordenó:
    
    -Besame los zapatos.
    
    -Areana se inclinó y besó ambos zapatos, mientras sentía una profunda devoción por esa mujer sabia que le había hecho posible conocer su esencia y disfrutarla, y no vaciló cuando Amalia le ordenó que lamiera sus zapatos mientras Elena, Melina y Marisa tenían sus conchas inundadas de flujo.
    
    Desde la cumbre de su majestuosa estatura Amalia gozaba intensamente viendo a tan linda perrita lamiendo devotamente sus zapatos.
    
    -Suficiente, mascota. Arrodillate sin apoyar el culo en los talones.
    
    -Sí, señora… -susurró la adolescente, mojadísima ella también.
    
    Y de rodillas escuchó a Amalia:
    
    -Marisa, el juramento.
    
    La asistente le alcanzó un texto que Amalia le dio a Areana.
    
    -Tu juramento de obediencia y sumisión, perrita. Te escucho.
    
    Y Areana, de rodillas y sosteniendo la hoja con manos temblorosas, pronuncio el siguiente juramento:
    
    -Yo… la… la sumisa Areana, juro… juro obediencia ciega, sumisión absoluta y… y docilidad total a mi dueña, la señora Amalia… Juro entregarme a ella en… en cuerpo y alma y no ser sino lo que… lo que mi dueña quiera que yo sea…
    
    Con una sonrisa de satisfacción Amalia quitó el papel de manos de la adolescente, lo entregó a Marisa y dijo:
    
    -Vas a contestarme algunas preguntas, putita.
    
    -Sí, señora…
    
    -¿Tenés conciencia de que ya no sos ni volverás a ser una chica libre?
    
    -Sí, señora…
    
    -¿Lamentás haber perdido la ...
    ... libertad para siempre?
    
    -No, señora…
    
    -¿Qué sentís ahora que sos una sumisa de mi propiedad, Areana?
    
    -Una… una felicidad muy grande, señora… y… mucha excitación también…
    
    Amalia sonrió, sumamente satisfecha por el éxito de la cacería y dijo:
    
    -Bien, la ceremonia de graduación ha finalizado. Areana Acevedo ya es una sumisa de mi propiedad. Marisa, llevala a la cucha, esposala con las manos atrás y engrillale los tobillos. Vos, Milena, quedate.
    
    Ninguna pudo ver la expresión de angustia con que Areana escuchó la orden, porque se había ilusionado con que al terminar la ceremonia su dueña la cogiera, pero en cambio andaba en cuatro patas de regreso a la habitación-celda llevada de la cadena del collar por la mujerona, mientras de su concha manaba un río de flujo.
    
    A todo esto, en el living, Amalia instruía a Milena:
    
    -Oíme bien. Esta noche Elena y yo la vamos a coger a mi sumisita. La vamos a desvirgar. Quiero que la prepares con una buena manguereada y una enema, porque le vamos a dar por el culo también. Quiero que vos o Marisa la lleven a mi habitación a las diez de la noche, y como siempre, con su collar y en cuatro patas.
    
    -Bien, señora, ¿algo más?
    
    -¿Te quedás a cenar conmigo? –preguntó Amalia dirigiéndose a Elena.
    
    -No, tengo cosas que hacer, pero a las diez estoy de vuelta para gozar de la perrita.
    
    -Está bien. Milena, teneme preparada la cena para las ocho y media.
    
    -Sí, señora, ¿puedo retirarme?
    
    -Podés.
    
    Y al quedar solas, Elena insistió con ...
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