1. EL MILAGRO DEL AMOR.


    Fecha: 15/08/2018, Categorías: Hetero Autor: Barquidas, Fuente: SexoSinTabues

    CAPÍTULO UNO Marta, a su treinta y ocho años, más o menos cumplidos, era una mujer que, con toda razón, bien podía considerarse de bandera; alta, con su metro setenta y pico, y unas formas de mujer, de hembra humana, de descarada femineidad, remarcada en sus senos, altos y firmes, antes grandes que pequeños, aunque sin pasarse, de ese tamaño justo para que cada uno quepa, y no tan sobradamente, sino en forma más bien apurada, en una mano masculina; en sus caderas, femenilmente redondeadas; en su culo o, mejor dicho, culazo, con ese par de hemisferios, poderosos…redonditos; o en sus muslos, enseñados desde casi un palmo por encima de las rodillas merced a sus habituales minifaldas, prolongados en ese par de piernas largas, bellísimamente torneadas, rematando tamaña esculturalidad unos pies que, a gritos, pregonaban lo de “Comedme”, enfundados en zapatos de alto tacón…o “tacos”, como suelen decir los/as nacidos/as allende el “charco” entre Europa y América No era especialmente bella, pues su rostro, sin dejar de ser más que menos agradable, tampoco era para lanzar cohetes, aunque sin dejar de embellecerlo una tez, más oscura que clara, recordatorio más que notorio, de esa raza surgida del crisol de genes agarenos, hebreos y cristianos, entrecruzados a lo largo del medievo del Al Ándalus hispano… Y esos sus ojos, grandes, inmensos negrísimos, en los que, al mirarse en ellos, a uno le parecía sumergirse en insondable abismo de zaína negrura… O su cabello, intensísimamente ...
    ... azabachado cual ala de cuervo, descendiendo en melena, fifty-fifty, lisa y ondulada, hasta pelín más allá de los hombros. En fin, que, como no podía ser de otra forma, no había macho o machito en aquella oficina de una empresa especializada en comercio exterior, importando y exportando productos con medio mundo, que alguna vez no hubiera intentado llegar a algo con ella, aunque con sempiterno y estrepitoso fracaso, pues ella, de natural amigable hasta ser afectuosa con todo el mundo, frenaba en seco tales intentos de íntima proximidad, pero con la sonrisa en los labios, sin ningún mal gesto, lo que tampoco mermaba en un ápice su decidida contundencia en desanimar al Don Juan de turno… O a la fémina compañera de trabajo que, sin segundas intenciones, que conste, tratara de establecer una mínimamente personal amistad con ella Porque Marta podía ser atenta y amable con todo el mundo, sin escamotearse un pelo si algún compañero-compañera, precisara ayuda en el trabajo… Pero también era distante, celosa de su intimidad, que defendía frente a todos, frente a todas, como loba a sus crías… Aunque sin estridencias malsonantes… En fin, que a la hora de la verdad, Marta era una mujer solitaria, sin amistades, lo mismo masculinas como femeninas… Amén de unos visos de afectiva frialdad que podían tirar de espaldas al más animoso D. Juan que sobre el globo terráqueo pueda existir Yo la conocí cuando, más o menos, un año antes del comienzo de esta historia entré a trabajar en esa oficina con ...
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