1. EL MILAGRO DEL AMOR.


    Fecha: 15/08/2018, Categorías: Hetero Autor: Barquidas, Fuente: SexoSinTabues

    ... veinticinco años bien puede decirse que recién estrenados, y ella con unos treinta y siete/treinta y ocho… Y qué queréis, me fijé en ella como a todo quisque le pasaba, hasta más bien que “colarme” por ella cosa mala, a pesar de la diferencia de edad… A pesar de todos los pesares… Pero nunca se me ocurrió lanzarme a la “piscina”, tratando de “ligármela”, como cuantos machos, cincuentones y cuarentones, con esposa e hijos, y machitos veinteañeros como yo, solteritos y más de uno, más de dos, con novia, había en la oficina… ¿Por qué ese como acomplejarme ante ella?. Sencillo, era algo así como la “decana” de la oficina, tras los veinticuatro, si es que no veinticinco, años que por entonces llevaba en la empresa, con lo que, de alguna manera, funcionaba como oficiosa jefa, con un empaque, en añadidura, de muchísimo cuidado… Y yo, de natural un tanto tímido, me sentía muy por debajo de ella para intentar lo que me traía más que loco Pero es que, además, se daba otra circunstancia, para mí, totalmente inexplicable; como antes dijera, ella era de natural más que amigable para con todo el mundo… Menos para conmigo… Tampoco podía decirse que me tratara a cara de perro, pues no era así, pero se mostraba hacia mí bastante más distante y fría que para con nadie… Es más, podría decirse que en más de una ocasión, más de dos y hasta más de tres, su forma de dirigirse a mí era cortante… Hasta francamente ominosa, despreciativa incluso no pocas veces Y eso me traía frito, casi ...
    ... descompuesto, con lo que una mañana, cuando ella bajaba hacia el archivo del sótano, yo me levanté y salí tras ella. La atrapé más que otra cosa ya en el sótano, en el pasillo precedente al archivo en sí; la tomé por un brazo y la arrinconé contra la pared, imponiéndome a ella, a su altura y envergadura, pues yo no soy, precisamente, bajo, con mi metro y ochenta y algo de estatura, ni tampoco un alfeñique, aunque diste de ser un “musculitos” prefabricado en gimnasio, espetándole • ¿Puede saberse qué es lo que tienes conmigo, para que me trates como me tratas?. ¿Qué te he hecho yo, vamos a ver, para que conmigo te gastes las formas que te gastas? • No sé a qué te refieres… Y déjame, insolente… ¿Qué es lo que pretendes?. ¿Una excusa para violarme aquí mismo…“valiente”?. O te crees que no sé cómo babeas por mí… Como toda esa panda de cerdos que puebla la oficina… Que bien que me doy cuenta de cómo me miras… Como lobo hambriento… Hambriento de sexo, ¿verdad cerdito?. ¡Venga “valiente”; déjate de subterfugios para justificarte e inténtalo…”machote”!. Inténtalo, y verás lo que te pasa, cerdito… Me la quedé mirando con bastante más desprecio que cólera ante lo que acababa de decirme… Entonces la solté, para decirle mientras la liberaba de mi presa • No tienes tú suficiente categoría para que yo me ensucie con semejante bajeza… Le di la espalda, enfilando la escalera que me devolvería al piso superior, pero me detuve, girándome de nuevo hacia ella • Que conste, que lo único que buscaba era una ...
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