1. EL MILAGRO DEL AMOR.


    Fecha: 15/08/2018, Categorías: Hetero Autor: Barquidas, Fuente: SexoSinTabues

    ... nada sirvió, pues la tarea resultó mucho más traumática de lo que debió ser… Por una parte, la vagina era de notable estrechez, casi lo propio de una casi aún adolescente de quince, dieciséis, diecisiete años a lo sumo, y no de los treinta y ocho que ya tenía… Por otra parte, estaba enteramente tensa, rígida, lo que, a pesar de estar más que lubricada esa vagina, causaba un innecesario y doloroso rozamiento, que en nada facilitaba la penetración Yo la veía sufrir, reflejado tal sufrimiento en su rostro, contraído en un rictus doloroso evidente en su boca, más que cerrada por unas mandíbulas que presionaban hasta enclavijar los dientes… Amén del cuerpo trémulo por los tremores convulsivos, producto del tremendo rechazo al íntimo contacto de sexos hasta límites más estratosféricos que otra cosa… Abrumado por aquello, me detuve… Quise parar, salirme de ella, pero Marta al momento lo impidió aprisionando mis muslos entre sus entrelazadas piernas, al tiempo que me atenazaba el cuello entre sus brazos fuertemente aferrados a mí • ¡Sigue, sigue, amor!… ¡Métemela hasta el fondo, vida mía!. ¡Hasta el fondo, cariño mío!. ¡Fóllame, amor mío…fóllame!… ¡Duro…duro, mi amor!. No te preocupes por mí… Sólo de ti… De disfrutar… Disfrutarme… De disfrutar mi coñito… Mi chochito…que es tuyo mi vida… Yo te lo doy. Para siempre jamás… Sigue, mi amor; sigue… No te pares… Fuerte, querido mío, fuerte… Sin preocuparte de mí… Ya verás… Acabará por gustarme… Ya lo verás… No puede ser de otra forma, ...
    ... porque te quiero con locura, cariñito mío… Te quiero, Mario… Te quiero… Te quiero… Te quiero, mi amor… Dios y qué tremendos momentos eran esos… Yo la veía sufrir, y diría que horrendamente, obligándose a sí misma a hacer, aceptar, lo que su mente y todo su cuerpo, gobernado por ésta, rechazaba hasta lo indecible… Pero ella, terne que terne en su implacable propósito, insistía en aguantar a todo trance… Y yo, además, y para colmo de males, disfrutando de ella como un enano… Disfrutando de lo que la estaba martirizando cosa mala… Me sentía inicuo… Un ser degradado hasta el infinito al disfrutar de su cuerpo como estaba disfrutando… Me parecía que la violaba, que era yo su nuevo violador, tomándole el relevo al indecente de su abuelo… Y me dije que aquello tenía que acabarse, y acabarse ya, eyaculando lo antes posible… Y en ello me empeñé no ya con bríos inusitados, sino con toda mi alma, haciéndoselo hasta salvajemente… Así, mi miembro entraba y salía de ella a toda máquina…frenético por completo, en desesperado intento de ya mismo vaciarme… Pero… ¡Que si quieres arroz, Catalina!, pues entonces sucedió que mi cuerpo se negaba a responder… No porque el salvajismo de mis embestidas mermara ni un adarme, sino porque al punto me sentí yermo… Insensible al placer que momentos antes gozara… Vamos, que yo me empleaba a modo y manera, pero era inútil… • No puedo, Marta, cariño… No puedo seguir… Lo siento…lo siento, mi vida… Sí; iba a tirar la toalla, y que fuera lo que Dios quisiera, cuando ...
«12...111213...19»