1. EL MILAGRO DEL AMOR.


    Fecha: 15/08/2018, Categorías: Hetero Autor: Barquidas, Fuente: SexoSinTabues

    ... También había dejado de temblar, derrumbada ya su tremenda tensión corporal, de modo que, sencillamente, se secaba las lágrimas, muy, pero que muy tranquilizada ya; y, para colmo de mis venturas, se acurrucaba en mi pecho, como buscando protección en él • Sí… Cuando tenía once años… En el mismo año que cumplí los doce, pero todavía a meses de ellos… Fue un… Un hijo de puta, muy, muy cercano a mí… • ¿Tu padre? • No; ni mucho menos… Mi padre era un buen hombre…muy cariñoso conmigo… Quien únicamente me ha querido, porque mi madre… El pobre, murió unos dos años antes… Un accidente… Le coceó una mula y le reventó… Fue… Fue mi abuelo… El Padre de mi padre… Un animal… Una bestia salvaje… Calló ella y yo también callé, ocupado solo en seguirla acariciando para afianzar más y más su confianza, en sí misma, primeramente, pero también en mí. La verdad es que la situación era de lo más absurda que pueda darse, con la cabeza de Marta descansando en mi pecho y abrazándome cruzando mi pecho con ambos brazos hasta poner sus manos en mi espalda y yo ciñéndola por la cintura, atrayéndola hacia mí, mientras nos besábamos suave, amorosamente, en las mejillas, y yo, de vez en vez, en la frente; y, a todo eso, mi pecho desnudo y ella casi integralmente desnuda, con sólo su braguita por todo atuendo. Entonces, inopinadamente, Marta se me quedó mirando para, a continuación, decir • ¿Qué me decías?… ¿Qué me quieres?. • Sí, Marta sí… ¡Te quiero, te quero, te quiero!. ¡Te adoro mi amor; te adoro…te ...
    ... idolatro…te quero, te quiero, te quero!. Nunca, ¿me oyes? nunca me cansaré de decírtelo… Nunca me cansaré de amarte… De idolatrarte… De adorarte… • ¡Dios mío!. ¡Me quieres! Pero… ¡Si soy una vieja!. Tú tienes veintiséis años y yo treinta y ocho. ¿Cómo puedes quererme?. • Y… ¿Cómo puedes quererme tú a mí?. ¿Lo sabes?. Pues yo tampoco sé por qué te quiero; sólo sé eso, que te amo con toda mi alma… Y, que conste; en absoluto eres vieja, sino una mujer de bandera… Y, además adorable… ¡Divina, Marta; divina es lo que eres! • ¡Ay Señor!… ¡Sí; me quieres!. ¡Me quieres!… ¡Me quieres!. No me lo puedo creer… Pero es cierto mi amor, mi cielo, mi vida… Mi todo, mi todo, mi todo… ¡Me quieres!. ¡Señor, Señor, y qué feliz que soy!. Me parece increíble… • Pues créetelo… Marta estaba increíble… Con los ojos brillantes por el gozo… Y una sonrisa que se le salía, se le asomaba por esos ojos… Inenarrable… Limpia… Candorosa… Era la inocencia hecha sonrisa… Parecía una niña… A sus cuarenta años, parecía no superar los quince, dieciséis…diecisiete como mucho… Sí; casi, casi, que una niña… Una niña con zapatos nuevos es lo que parecía… Y yo allí, frente a ella, con sus brazos rodeando mi cuello, abrazada a mí, y besándome… Sí… En los labios… No eran besos pasionales, de esos con lengua y toda la pesca…No; no eran de esos sus besos, pero no por ello menos embriagadores… ¿Digo no menos?… ¡Pues nada de eso!. Porque… ¡Eran arrebatadores!. ¡Dios mío, y qué carga de cariño…de amor que había en esos besos… No ...
«12...567...19»