1. Sexo con mi madura casera


    Fecha: 20/08/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... aunque las luces estuvieran apagadas. Entonces fingí que creía que estaba solo y me quité el bañador, nadando completamente en bolas. Me empalmé yo solo. Podía pillarme cualquier persona y María me estaba mirando, seguramente que más que interesada. Me daba vergüenza salir del agua, pero se suponía que no había nadie.
    
    Así que salí con la polla tiesa. Tampoco aquí soy un ejemplar de macho con treinta centímetros de carne, pero en aquel momento puedo asegurar que la tenía a tope. Me fui a la ducha porque no sabía qué hacer ahí en la toalla. Pero me fui a la ducha de la propia piscina, no la de los vestuarios comunitarios. Estaba fría, pero el chorro era fuerte. No había mirado en todo momento hacia su casa, pero me dio morbo hacerlo. Lo mismo ella ni se había dado cuenta de mi momento atrevido. Qué va. Al mirar hacia su ventana, advertí una luz roja.
    
    Rápidamente miré hacia otro lado, pero no cabía duda. ¡Aquella señora me estaba grabando en vídeo! Mi rabo estaba que reventaba, ya no podía más. Comencé a acariciarme como quien no quiere la cosa, pero mi pene pedía más y más roce. Vamos, que acabé con el puño arriba y abajo a lo bestia, enseñando y ocultando mi glande al vídeo de mi querida vecina para que viera cómo me masturbaba. El semen no tardó en llegar, una corrida brutal.
    
    Ya con el pene flácido, como me suele pasar, llegaron las vergüenzas y fui a por mi bañador. Lo de aquel día me hizo más desinhibido con María, aunque al mismo tiempo me hizo romperme la cabeza ...
    ... con la posibilidad de poder tirármela, no sólo era ella la que me comía con los ojos, sino que empecé a empalmarme con sus camisetas de tirantes, sus escotes pronunciados y aquel par de domingas considerables. Le miraba las pantorrillas, su considerable culo...
    
    Ya en casa los calzones habían quedado olvidados. Me paseaba en bolas, vamos. Y mis pajas no se producían en el baño o con las puertas cerradas. Le daba continuamente material a María para su vídeo. Pero pasaban los días y ya aquello de masturbarme no tenía tanta gracia. Debía ir un paso más allá. Memoricé sus horarios y costumbres y vi que por las tardes, a la hora de la siesta, ella solía darse un bañito con aquellos sugerentes bañadores que marcaban sus redondas curvas. Hacia las cinco se metía en las duchas comunitarias. Esa era la mía.
    
    Cuando se fue a la ducha, bajé a la piscina. Me quité el bañador y esperé a que el agua de la ducha se parase. Entré entonces como si no hubiera nadie. Algo me delataba, si bien era cierto: que la tenía más dura que una piedra. El agua detrás de la cortina me indicó en cuál de las duchas estaba, y para allá fui. Corrí la cortina con fuerza y la sorprendí enjabonándose. No pudo ni taparse. Me disculpé, aunque después de dejar transcurrir unos segundos para que pudiera observarme bien de cerca y sin necesidad de zooms.
    
    Entonces me puse el bañador y esperé a que terminara para disculparme de mejor modo. Salió con su toalla y la asalté con mi mejor cara de preocupación y rubor. ...