1. La mujer de mi primo Andrés


    Fecha: 28/07/2017, Categorías: Infidelidad Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    Los mirlos, en tiempo de cerezas, si los dejas, no dejan una. Yo, con mi escopeta de balines, pájaros pequeños no mataba, pero mirlos, urracas, palomas torcazas y otras aves que hacían un buen asado, daba buena cuenta de ellas.
    
    Una tarde estaba bien agachado entre unos arbustos que había cerca del cerezo que tenía mi tía Asunción en una huerta amurallada, (había saltado el muro) esperando a que llegasen mis presas, e iba a llegar quien menos esperaba, Úrsula.
    
    Úrsula tenía 22 años. Llevaba año y medio casada con mi primo Andrés, (era hijo de Asunción) y trabajaba de costurera. Era de estatura mediana, tirando a alta, rubia, de ojos azules. Siempre llevaba el cabello recogido en una larga trenza. Tenía tetas pequeñas y cuerpo delgadito. La apodaban Marisol, por su parecido con la que fuera niña prodigio.
    
    Úrsula se puso detrás del cerezo, justo enfrente de mí. Cuando levantó la falda, se bajó las bragas y vi sus esbeltas piernas y su campo de trigo, pensé que iba a orinar, pero iba a hacer otra cosa, masturbarse.
    
    Con su mano izquierda mantenía la falda levantada y con la derecha frotaba su coño peludo. Cerró los ojos, apoyó la espalda al cerezo y se siguió frotando. Al rato, bajó la cremallera que tenía a un lado la falda y esta le hizo compañía a sus bragas. Se levantó la camiseta y se acarició las tetas, eran redonditas como naranjas. Con la mano izquierda se magreó las tetas y con la derecha se frotó el coño... Poco después comenzó a gemir. Con un pie separó la ...
    ... falda y las bragas de su lado... Sentí el chapoteo de sus dedos dentro del coño.
    
    -¡Clash clash...! -de su coño comenzó a salir flujo como cuando empieza a llover- ¡¡Clash clash...!! -salió mucho más flujo- ¡¡¡Clash clash...!!! -aquello ya era el diluvio. Se encogió, y dijo, en bajo:
    
    -Me mueeero.
    
    En mi vida había visto un orgasmo tan espectacular. Úrsula, con los ojos cerrados, se fue encogiendo hasta quedar sentada. Se retorcía de placer y no paraba de gemir. Yo tenía una erección brutal. Mi verga estaba más dura que el cañón de mi escopeta, pero esperé a que acabase, se vistiese y se fuese, después sí, después me hice una paja que al venirme el gusto la leche salió con más fuerza de mi polla de lo que salían los balines de mi escopeta.
    
    Desde aquel día me propuse enredarla. Tenía un método que hasta aquel momento no me fallara. Escribía una carta con unos versos, le daba un duro a un niño pequeño para que se la diese a la mujer que quería camelar y le decía que se la diese sin revelar mi nombre. Sabía que después de leerla, la supuesta amada, le iba a dar otro duro para que le dijese quien le diera la carta, y como los niños son unos aprovechados, cantaban.
    
    Os parecerá una memez, pero a mi me funcionó con solteras y con casadas. Del poema que le escribí no me acuerdo, pero todos iban más o menos así:
    
    Perdona que sueñe contigo, hermosa.
    
    yo, que no valgo ni para ver,
    
    sí, sueño contigo, inalcanzable diosa,
    
    sueño con poseer lo que no puedo tener.
    
    Sueño ...
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