1. Tres relatos de sexo (Segunda vuelta)


    Fecha: 25/08/2018, Categorías: Microrelatos, Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... un instante y volvió a bajar la vista.
    
    —¡Mirame! —Le ordenó Mario con otro grito. Gonzalo volvió a mirar, como Mario metía la mano con más vehemencia. Sus ojos brillaban, a punto de llorar, no tanto porque Mario estuviese manoseándole el culo a su novia, sino porque ella no daba señales de rechazarlo. Seguramente estaba muy asustada, además, nada podría hacer contra esa bestia, pero ¿por qué no hacía un mínimo gesto de rechazo?
    
    Micaela por su parte, no podía creer que Gonzalo fuese capaz de presenciar cómo la violaban sin hacer absolutamente nada. Ya sabía que no había manera de que la defienda de esos tres hombres que se veían tan fuertes y además seguramente estaban armados, pero ¿no debería intentar algo, aunque sea infructuoso, aunque el resultado sólo sea recibir una paliza? ¿No le quedaba nada de hombría?
    
    En una inusitada, y retorcida actitud vengativa, Micaela se quedó parada, sin dar señales de oponer resistencia, mientras sentía como esos dedos hambrientos estiraban el elástico de la bombacha para bajársela.
    
    —Es una puta divina tu novia, mirá cómo le gusta que le manoseen el culo delante de vos. —Dijo Mario, humillando a Gonzalo.— ¡levantá la vista! —Gritó de nuevo, cuando vio que el otro esquivaba la escena. Gonzalo lo hizo, y vio como Mario levantaba el vestido, y le daba un beso negro a Micaela.
    
    El rostro de ella se relajó, y reflejó una sonrisa involuntaria ya sea porque le daba cosquillas o placer.
    
    —Disfrutá el espectáculo Gonzalito, gracias a ...
    ... esto voy a esperarte una semana más para que me pagues.
    
    La agarró de la cintura.
    
    —Apoyá tu mano en la mesa. —le dijo a Micaela.
    
    Ella lo hizo. Separó sus piernas, y luego apoyó también su torso sobre la madera, quedando con el culo levantado, a merced de Mario.
    
    Él no tardó en levantarle el vestido de nuevo, dejando el trasero blanco y erguido al aire. Se mojó los dedos con su propia saliva y enterró dos de ellos en el sexo húmedo de ella.
    
    —Cómo no se me ocurrió venir antes a conocerte bebé. —Dijo Mario.— La próxima vez quiero que te pongas un uniforme de colegiala, ya te lo consigo yo.
    
    Acto seguido se bajó el cierre del pantalón. Corrió hacia abajo el elástico del bóxer, y sacó la verga ya dura. No se molestó en bajarse el pantalón, no quería que sus guardaespaldas le vieran el culo. Sin embargo, ambos tenían una vista privilegiada del culo apretado de Micaela, y vieron nítidamente como la poronga de su jefe, quien no se había molestado en ponerse preservativo, se metía lentamente en su sexo.
    
    Micaela largó un gemido cuando el falo se enterró varios centímetros en ella. Su rostro había quedado apenas a unos centímetros del de Gonzalo, y este recibió cada sonido emitido por ella como un balde de agua helada.
    
    Mario hacía suaves movimientos pélvicos, pero su miembro era muy grande para el estrecho sexo de Micaela, acostumbrada a vergas más humildes.
    
    El hermoso pelo ondulado, tirando a rojizo de Micaela se despeinaba cada vez más, a medida que su cuerpo ...
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