1. Matilda, guerrero del espacio (capitulo 7)


    Fecha: 26/08/2018, Categorías: Confesiones Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    ... menos de un tercio de las naves beegianas lograron escapar, dejando atrás al resto, destruidas o gravemente dañadas.
    
    —Necesitamos respuestas, príncipe Adry, —dijo Matilda comunicando con su nave donde la algarabía por la victoria era absoluta—. Voy a asaltar algunas naves averiadas para poder enlazar sus sistemas de memoria.
    
    —¿Quieres que lo hagamos nosotros? Vosotros ya habéis hecho demasiado…
    
    —No, no, tenemos que ser nosotros para poder enlazar sus sistemas con los nuestros y entrar en ellos. Tú ocúpate de neutralizar al resto, pero recuerda que unos miles de tripulantes beegianos pueden ser moneda de cambio… o negociación para el futuro.
    
    —Conforme Matilda, tú mandas. Seré bueno, aunque ahora mismo tenga ganas de machacarlos a todos.
    
    Inmediatamente ordenó a la Princesa el asalto a tres de las naves, lo que ocurrió a los pocos minutos casi sin oposición. Un par de horas después, Matilda comunicó de nuevo con el príncipe Adry por una línea protegida.
    
    —Según nuestra opinión el emperador, o mejor dicho Rahoi, les ha engañado. Trazaron un plan de ataque a Nar en la que los cruceros imperiales les apoyarían. Cuando detectaron nuestras naves, pensaron que eran ellos e iniciaron el ataque. Ha sido una trampa de Rahoi para atraernos aquí, y ha sido una trampa de última hora. Todo apunta a que no lo tenía previsto.
    
    —¿Entonces? No entiendo.
    
    —Pensamos que está informado de nuestro acuerdo, lo que significa…
    
    —Que alguien le está informando… y muy ...
    ... posiblemente, cercano a mí, —admitió Adry con tono sombrío.
    
    —Y que puedes estar en peligro. ¿Tienes gente de confianza? Te puedo proporcionar escoltas si lo deseas.
    
    —No, no. Ya me apaño yo.
    
    —De todas maneras, seguimos investigando los bancos de datos beeguianos. Las transmisiones subespaciales dejan un rastro que A2 está rastreando. Es muy posible que descubramos el origen de las transmisiones. Te llamo en cuanto sepamos algo.
    
    —De acuerdo. Mis naves todavía no han encontrado nada, pero tranquila, le encontraremos. Vamos a ampliar el radio de búsqueda.
    
    —Por cierto, con su flota destrozada, tienes a Beegis en la palma de la mano, —razonó Matilda—. Si hace falta, cuando terminemos nuestra misión, podríamos echarte una mano.
    
    —No, no, no. Gracias de todas maneras, —contestó enérgicamente el príncipe—. Me ha costado mucho trabajo transformar una flota corsaria en una flota comercial. Ahora Faralia es una república prospera y sus ciudadanos viven bien. No voy a malgastar recursos muy importantes en mantener una numerosa fuerza de ocupación en Beegis. Tardaran muchos años en recuperarse de esta derrota, prefiero atarles corto y tenerlos controlados desde Nar.
    
    —Te has transformado de un príncipe alocado y descerebrado, en un hombre de estado, sensato y razonable, —dijo Matilda sonriendo—. Me gusta el cambio.
    
    —Necesito una esposa. ¿Hay posibilidad de…?
    
    —Ninguna.
    
    —¡Joder!
    
    Esa noche, cuando Matilda, agotada se retiró a su camarote, se encontró a Ushlas sobre la cama. ...
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