1. UNA LINDA HISTORIA 5


    Fecha: 28/08/2018, Categorías: Incesto Autor: memito, Fuente: SexoSinTabues

    ... para que intente algo, y lo hace. Me lanza su codo con fuerza, alcanzándome en el pecho, pero no me inmuto. Le aplasto aún más contra la pared y sus pies ya no tocan el suelo. Eric gime, asustado. Patalea, golpeando mis espinillas. Ni caso. ― ¡Sergi, por Dios, le vas a matar! ¡Déjalo! – tira de mi Pam. Lo lanzo de nuevo, como un muñeco. Rebota contra la mesa de comedor y cae al suelo, sin aire. ― Me va a costar poco trabajo partirte como una caña – me mira desde el suelo, acobardado, cuando me acerco. – O puede que no te mate. No, creo que no… Veo la esperanza en sus ojos, ya que mi hermana sigue enganchada a mi brazo, tratando de frenarme. ― No, definitivamente, no te mataré – mi bota se alza, proyectando su sombra sobre su rostro. – Te machacaré la cara a pisotones, mejor. Lo haré tan bien que ningún cirujano podrá recomponer esa dulce carita de maricón. Así no podrás seducir a ninguna chica más… Aúlla como un condenado con el primer pisotón, que le fractura algo. No sé qué, pero oigo el chasquido del hueso. Se cubre la cara con los brazos. Piso con más fuerza, ahora estoy seguro de que es una muñeca la que chasquea. Gira por el suelo, entre lastimosos gemidos. Le lanzo un par de patadas a las costillas, que le hacen toser. Se aferra, como puede, a mi pierna. Creo que balbucea unas disculpas, pero no le escucho bien. Mi hermana suena histérica detrás de mí. Piso su cara, pero mi bota resbala y cae finalmente sobre un hombro. Cuando aumento la presión, patalea, frenético. ...
    ... Seguro que siente como el hueso se sale de su alveolo. El dolor debe ser de cojones, pero sigo poniendo más peso y presión. Sus gemidos se convierten en alaridos que apenas resuenan en mis oídos, concentrado como estoy en hacer daño. Los ligamentos ceden con un crujido. Puede que la cabeza del hueso esté astillada. Mejor. Su bello rostro está crispado, sudoroso. Tiene los ojos fuertemente apretados. Le escupo y mi pie se alza de nuevo, preparado para seguir con el castigo. En ese momento, la puerta de entrada se abre y aparece un hombre en camiseta, de unos cincuenta años. Entra gritando algo, pero su voz se pierde cuando contempla lo que sucede. El hombre, seguramente un vecino, consigue apartarme de mi objetivo. Pam le ayuda. Eric se arrodilla en el suelo, tosiendo y lloriqueando. Jadea y me mira con verdadero terror. Se pone en pie y sale corriendo por la puerta abierta. Mal asunto. Una babosa como él no es nada bueno estando suelto. Levanto las manos para indicarle al hombre que ya estoy bien y él se aparta. Mira a Pam y le pregunta que ha pasado. Pam no responde, solo llora, aterrorizada. ― Está bien, está bien, vamos a calmarnos – digo, sentando a mi hermana en el sofá. – Soy su hermano, ¿y usted? ― Soy el conserje. Estaba arreglando una cañería en el piso de abajo cuando escuché el estrépito. Me llamo Carmelo. ― Sergio – me presento, ofreciéndole mi mano. El hombre tiene fuertes manos. Lleva un tatuaje dela Legiónen el hombro. ― ¿Qué ha pasado? ¿Hay que llamar a la ...
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