1. La infausta cena


    Fecha: 02/09/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    Es continuación de "Mi familia paterna".
    
    La cena en la casa de tío Andrés fue de lo más espectacular y, a la vez, protocolar. Pero Gaspar se empeñó en desbaratarlo todo y nos apuntamos a ayudarle Fernando el mellizo y yo, porque aquello se preveía que iba a ser un funeral y era mal asunto. Y se impuso arreglarlo, pero vayamos por pasos.
    
    Tía Fina había preparado en el comedor una mesa propia de una boda sin novios o de una Navidad sin adornos, todo muy formal; copa para el agua, copa para el vino tinto, copa para el vino blanco, copa para el cava, copas para no sé qué majaderías más. La verdad es que entre tantas copas, los platos, el impecable mantel blanco con sus caminos de mesa, los platitos para el pan, las servilletas, los tres cuchillos, la cuchara y los tres tenedores, el cubierto del postre cruzado ante los platos y un florero, aquello parecía más una mesa de exposición y venta de vajilla que preparada para comer.
    
    Llegábamos Gaspar y yo desde la calle y nos encontramos a Fernando sentado en una silla que había sacado para ver a los que pasaban.
    
    —”¡¡Ya llegaron los príncipes de Niosey!!”, exclamó Fernando al vernos y levantaba los brazos cada vez que lo repetía armando un escándalo tal que hizo girar más de una cabeza que se interrogaba qué sería aquello.
    
    —”¿Qué te pasa, Fernando querido? ¿Qué te pasa?, exclama Gaspar.
    
    —”Entra, entra y vas a ver; comer no sé si comeremos, pero platos y tenedores tenemos... qué te diré, mejor, ya lo verás”, se ...
    ... quejaba Fernando ceremoniosamente.
    
    —”Seguro que mamá piensa que estamos en Navidad. La pobre se esfuerza y luego se lo estropeamos siempre”, cantó Gaspar.
    
    Entramos en casa; yo me estaba orinando y ya me cogía el paquete con las dos manos para resistir, y me metí a hacer la más grande meada hasta la fecha; tanto fue así que pensaba que no iba a acabar aquello, salía sin parar ni perder virulencia la presión de orina. Desde dentro escuché:
    
    —¿Ya trajiste de la tintorería mi frac, mamá?
    
    A continuación los gritos y consideraciones que Gaspar le daba a su mamá. Que si esto lo deshacemos, que si aquí no va a caber nada, que si sobran copas, y un sinfín de recomendaciones; pero no escuchaba la voz de tía Fina y pensaba que ya se estaban peleando. En efecto, Gaspar le decía que ella no tendría que trabajar tanto, ni preparar tanto, que luego se cansaba y que era un exceso. Lo mejor es que le decía:
    
    —”Los excesos de cariño matan a la que mucho quiere a los suyos, luego ellos se quedan sin cariño. Como yo no voy a tener mujer, no quiero perder a la única que tengo, ¿te enteras, mamá? Que-yo-no-me-di-vor-cio, mamaaa...”
    
    A tía Fina yo no la escuchaba, pero al que salgo del baño, allí estaban los mellizos que, además de ayudarle a su mamá, cada vez que pasaban por su lado le daban un beso. Hubo momentos que le besaban los dos a la vez. Cuando lo vi me dio un ataque de risa que no podía frenar. Así que me puse a ayudarles y hacía lo mismo que ellos, al pasar junto a mi tía la ...
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