1. Con Lorenzo todo resulta fácil, incluso follar


    Fecha: 05/09/2018, Categorías: Anal Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    ... preguntó Lorenzo.
    
    —Muy simple; ahora ya saben que no solo somos gays sino que nos apasiona el sexo, la desnudez y divertirnos; así que ya no necesitamos cuidarnos de nada…
    
    —¿Y eso qué supone?
    
    Supone que vamos desnudos por la casa si queremos, que nadamos con tranquilidad, que follaremos aunque hagamos ruido, que gritaremos si nos sale del alma, que para comer con los abuelos nos pondremos la tanga, pero adiós a la ropa, eso me gusta.
    
    —Anoche te metiste a la cama desnudo, supongo que era para follar, ¿no?, dijo Lorenzo.
    
    —Pues no; yo siempre duermo desnudo, follé porque estabas tú y te quitaste tu calzón de pijama, pero a mí no me va la ropa si no es estrictamente necesaria.
    
    —¿Puedo hacer yo lo mismo?, preguntó.
    
    —Ahora de vacaciones aquí, ante esta pareja de enamorados a destiempo, no pienses demasiado con la cabeza más que lo estrictamente necesario para las cosas importantes; ahora piensa en el sexo, en joder, en los huevos y la polla, en el culo; imagina que nosotros somos desde el ombligo a los muslos, lo demás ya no importa, le contesté.
    
    —¡Joder!, tu eres bien maricón, vamos maricón, maricón de verdad, hasta la excelencia de la mariconez, ¿cómo aguantas? No sé si voy a poder con estas siete semanas.
    
    —Podemos dejarlo si te asusta, propuse.
    
    —¡Reputa! ¡De ninguna manera! Hijoputa y maricón el que se canse.
    
    Nos abrazamos para besarnos. El beso de Lorenzo me gustaba enormemente porque era extraordinario. Decidimos ir al pueblo al día siguiente ...
    ... a comprar una manguera para arreglar la ducha de la piscina, pasta para depilar y unas tangas, lo más pequeño que encontremos, a fin de estar presentables ante los abuelos. Nos duchamos en casa, por supuesto que juntos y nos ayudamos uno al otro a lavarnos, sobre todo el culo y los huevos, abrazarnos bajo el agua, ponernos una tanga de las mías cada uno y bajar a la cocina para ofrecernos a ayudar a la abuela.
    
    —Abuela, venimos por si necesitas algo de nosotros, dije.
    
    La abuela se me acercó, me dio dos besos, me abrazó agarrándome las nalgas, consiguió que se me pusiera notable la erección y me dijo:
    
    —A tu abuelo le pasa lo mismo cuando lo beso, pero te agradezco que me llames abuela, hijo mío, ¡qué buena pareja hacéis!
    
    Ayudamos a la abuela a pelar algunas patatas, limpiar los objetos usados y cuando entró el abuelo se asombró de vernos ayudándola.
    
    —¡Abuelo!, ¡abuelo!, dijimos los dos casi al unísono.
    
    Se miraron los abuelos, se dijeron algo con los ojos y mi abuelo se acercó a nosotros dos, nos abrazó a Lorenzo y a mí juntos y dijo:
    
    —¿Qué dos nietos tenemos, July!, dijo el abuelo volviendo su rostro hacia la abuela, que contestó:
    
    —Sí, Fabián, creo que ya lo hemos conseguido, esto promete, dijo la abuela.
    
    —Abuela, ¿qué promete?, pregunté.
    
    —Queríamos familia, pero a nuestra edad nos parecía que adoptar podría ser peligroso…
    
    —¿Por qué peligroso, abuela?, preguntó Lorenzo.
    
    —Si nos pasa algo, ¿qué sería del niño adoptado?, respondió la abuela con ...