1. Historia anónima


    Fecha: 09/09/2018, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Duoaduo, Fuente: CuentoRelatos

    En el restaurante, delante de su plato de ensalada, le dijo lo guapa que estaba y lo bien que se conservaba siendo una mujer madura, tenía muchísimo encanto y un cuerpo con solera, de los que todavía quitan el hipo.
    
    Esos halagos siempre gustan y además hicieron el efecto para que la cena fuera discurriendo cada vez por caminos más placenteros. Los piropos también vinieron, en parte, por lo bien que le quedaba la ropa y lo sensual que la veía.
    
    La conversación antes fue pasando por temas dispares, desde el tiempo climatológico que hacía en la ciudad hasta los trabajos y los agobios que hay en la vida diaria, con sus reglas, sus compromisos, sus automatismos y la carga emocional que supone tanta rutina, llegando a la conclusión de que en el fondo la vida se ha hecho para disfrutar de esos momentos y esos días en los que de verdad tenemos las riendas de nuestra propia existencia, que hay que aprovechar para saborear cada trago que nos da. Por eso hacía hincapié en dejar volar la mente y el cuerpo para disfrutar lo máximo que podamos cuando podamos.
    
    La verdad, es fácil ponerse de acuerdo con esas premisas, no era una conversación complicada ni existencial sino más bien sencilla, difícil de rebatir las afirmaciones y sobre todo tranquila, mirando siempre a los ojos, con media sonrisa, el tono suave y agradable.
    
    Sin prisas fuimos dando cuenta de los platos y sus vasos de vino, estábamos terminando el postre, era quizá el momento adecuado para subir un peldaño más en la ...
    ... relación o tal vez dos. Con los pedazos de tarta variada que había en el centro para compartir entre los tres, le hizo una pregunta comprometedora a Ana, acerca de que, si se veía con ganas de disfrutar de esos momentos, ya que en el fondo era una mujer afortunada pues disponía de dos hombres allí a su lado, que esperaban para hacerla pasar una noche muy agradable y atenderla en todo lo que quisiese.
    
    Eso la verdad, dicho así, es otro halago que además sonroja un poco si no estás acostumbrado y nosotros no lo estábamos. Yo mismo sentí algo de pudor, al verme junto a él como un ayudante para crear placer, más que como el artífice de la situación. Pero es algo fácil de entender, el muchacho había pasado parte de la tarde con nosotros y no quería perder la presa que tenía ante él, deseaba disfrutar tanto o más que nosotros esa noche, de ella y de todo lo que sucediese.
    
    Ana sabía que tenía que dar una respuesta para no terminar de golpe con la cita y la situación creada, inteligentemente dijo que estaba dispuesta a dejar que esa noche pasase todo lo que tuviese que pasar, sin cerrar puertas, pero dejando una vía de salida por si las cosas se torcían.
    
    Esas palabras que parecían un aviso, sirvieron para que Chicogranada levantase su vaso y se apresurase a brindar con ella y por ella, también conmigo que asistía allí como convidado de piedra, como parte de la pareja, a ese ritual de asedio y seducción con el que sometía a mi mujer y que parecía le estaba dando resultado. Tras ...
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