Historia anónima
Fecha: 09/09/2018,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Duoaduo, Fuente: CuentoRelatos
... brindar con ella, sin dejar de mirarla a los ojos, para mí que, relamiéndose por dentro, brindo conmigo sonriéndome también, se encontraba a gusto y se notaba, había dado con gente agradable y ella con muy buena pinta.
Pedimos el café y unos chupitos para terminar la cena y dar el pistoletazo de salida a los sabores fuertes y embriagadores.
Tras brindar los tres y sonreírnos sin dejar de mirarnos (cada uno pensando en algo relacionado con la noche que podría haber), Chicogranada se dirigió a Ana para comentarle que estaba muy feliz de conocernos y que esperaba que ella tuviese esa misma sensación al día siguiente. Le dijo que su meta, esa noche, era conseguir que ella fuese la mujer más dichosa de mundo y que procuraría agradarnos a ambos en todo lo que pudiera, que estaba allí para hacer realidad nuestras fantasías y deseos (esto último lo dijo mirando a Ana), también le aseguró de forma solemne que nada sucedería sin que diese su aprobación, que le pediría permiso antes de hacer nada.
Ella no dejó pasar la ocasión de recordarme y hacerle saber a él que la reunión era más cosa mía que suya, por lo que tuve que salir al quite para dejar claro que era algo que llevaba tiempo queriendo regalarle a ella deseando que aquella noche fuese inolvidable. Aun así, Ana volvió a hacer mención de que esperaba que los celos no me jugasen una mala pasada, fue uno de los momentos en los que el sudor afloró por todo mi cuerpo.
Él se metió en medio de nuestras replicas para ...
... decirnos que creía ser una persona normal, agradable a quien le gustaba la tranquilidad, la sensualidad y el morbo sin muchas más complicaciones. Dicho esto, se volvió a encarar con Ana (la cual ya era su único objeto de deseo) para preguntarle si a ella le gustaba la sensualidad y el morbo. Ella por supuesto dijo que si y él se aceleró un poco más internamente si cabe. Le pidió un beso allí mismo, si no le importaba, ni le incomodaba a ella ni a mí. Nos dejó algo descolocados, tanto a ella como a mí, pero al fin y al cabo había que empezar de alguna manera y esa era una de tantas. Seguro que Ana y yo pensamos algo parecido, así se empieza y no sabemos cómo va a terminar.
Ana acercó su cara y él hizo lo mismo con ella, fue un beso en los labios corto pero dulce que dejo una sonrisa en ambos y una cara de circunstancia en mí. Por supuesto que la gente del local ni se inmutó. Después del beso Chicogranada siguió por la senda que tenía marcada, volvió a interpelar a Ana por el morbo que le gustaba a ella, pero casi ni la dejó hablar, parecía que ya la conocía. Él le comentó que le gustaban mucho las mujeres maduras, mujeres que fuesen auténticas damas, señoras casadas o solteras con clase, con elegancia, bellas. Dijo que le gustaba dar masajes, satisfacerlas y estar a su disposición, que le gustaba la lencería y que hay pocas cosas más bellas que una mujer con un conjunto de lencería bonito para pasar una noche de pasión.
Ana estuvo de acuerdo con él, haciendo que volviese a ...