1. Patricia cuenta su historia


    Fecha: 09/09/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: claudiob, Fuente: CuentoRelatos

    ... boca.
    
    Fueron unos minutos maravillosos los que gocé con su poronga en mi boca y pensé que tocaba el cielo con las manos ¡Pero cuan equivocada estaba! Porque en ese momento me hizo parar y fue él quien se arrodillo ante mí y su lengua buscó, casi con desesperación, la concha que minutos antes vio al abrir yo mis piernas. Me di cuenta que su lengua buscaba ¡Mi concha! Y la lleve ante si subiendo ni pollera hasta mi cintura.
    
    Su lengua recorrió todos y cada uno de los pliegues de mi argolla y cuando ella jugo con mi clítoris, primero, y se introdujo después dentro de mi vagina supe que lo anterior no era nada comparado con esto, pues tuve un orgasmo como nunca había tenido con mis caricias.
    
    Creo que pensó que ya estaba bien caliente, excitada, mojada, lubricada, porque se sentó en la silla, que minutos antes había ocupado yo, y me hizo sentar sobre él.
    
    Yo no sabía cómo hacerlo, por lo que quedé sentada sobre sus rodillas, pero él me hizo levantar y agarrando su verga, con la mano derecha, la apuntó hacia mi cajeta y me pidió que me sentase sobre ella. Eso hice y no bien la cabeza de su cosota rozó mis virginales labios, me sentí en la gloria.
    
    Él quería que me sentase inmediatamente sobre su verga, pero yo deseaba sentir como ella recorría cada milímetro de mi raja, por lo cual en lugar de sentarme, aferré la mano con la que sostenía su verga apuntando a mi concha y, manteniendo quieto mi cuerpo la comencé a mover de forma tal que la cabeza de ese ciclope, ...
    ... recorriese toda mi raja.
    
    Me imaginaba como su único ojo estaría disfrutando del espectáculo de mis labios y mi clítoris, al cual restregaba, cada vez que a él llegaba, en su totalidad y en eso sentí estallar en mí una bomba nuclear que hizo que exhalase un grito estridente, indicando que estaba logrando un orgasmo como jamás en mi vida había logrado.
    
    Se ve que mientras estábamos jugando en el fondo, llegó, Mario, mi hermano, su amigo, y al escuchar mi grito, pensó que algo malo me pasaba, por lo que salió corriendo de la casa y al ver como estábamos creo que se imaginó que era porque me había desvirgado, y eso no era cierto, pues su verga apenas rozó mis virginales labios y mi caliente botón.
    
    Como una tromba llegó a nuestro lado y asiéndome de la remera, que estaba alrededor de mi cuello, me sacó de la posición en la que estaba, arrojándome al piso, para posteriormente comenzar a golpear a Eduardo diciéndole: “Mal amigo, te aprovechas de mi hermana. La desvirgaste haciéndola gritar como a un cancho”.
    
    Yo traté de decirle que no, que aún era virgen, pero al ver como le pegaba a Eduardo, me sentí fuerte, poderosa, pues mi hermano estaba peleando por mí. Sentí entonces deseos de él. ¡Quería que fuese Mario, mi hermano, el que me desvirgase! Tal vez por ello callé y vi como Eduardo recibía una andanada de golpes de mi hermano y como se levantó de la silla y corrió con sus pantalones en los tobillos, hacia la salida de mi casa.
    
    Mario, no lo corrió, sino que se agachó junto a ...