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La Feria
Fecha: 12/09/2018, Categorías: Control mental, Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... nunca le había contado a nadie, pero, desde su más tierna adolescencia, había deseado a su hermana mayor. A sus diecinueve años, Cristina tenía todo lo que un chico podría desear. Era guapa, lista y muy simpática. Con los ojos grandes y azules, cara de niña y un cuerpo perfecto. No era muy alta, pero estaba delgada y bien proporcionada. Sus pechos no eran muy grandes, pero se marcaban firmes y redondos bajo la camiseta, enfundados aún en el bikini. Aunque lo que a Carlos más le gustaba era el culito en forma de manzana que lucía en su apretado pantalón. Carlos estuvo unos segundos contemplando a su hermana con ojos de deseo. Varias ideas cruzaron por su mente. Entre ellas, aprovechar para manosearla o volver a hacerla creer que era su novio, como había sucedido en el espectáculo. Pero enseguida descartó esa idea. Quería demasiado a su hermana como para abusar de ella. En lugar de eso, la despertó y siguió andando el resto del camino sin decir ni una palabra, como si nada hubiera pasado. Las cosas siguieron como hasta entonces habían transcurrido. A Carlos le gustaba ir a la playa con las amigas de su hermana. Sobre todo, porque algunas de ellas hacían toples. Al principio aquello había sido un problema, hasta que Carlos descubrió que podía disimular sus erecciones colocándose un slip debajo del traje de baño. Con lo que, a partir de entonces, pudo disfrutar disimuladamente de la visión de aquellas bellezas semidesnudas sin miedo a que nadie notara su ...
... excitación. Siempre sospechó que, cuando él no estaba, su hermana también hacia toples. Aunque entendía perfectamente que, estando el delante, se cortara de hacerlo. Aquello no le molestaba. El problema fue que a su hermana si parecía molestarle que sus amigas lo hicieran estando él y empezó a decirles que se cortaran. La situación llegó a un límite y una noche, en su casa, tuvieron una discusión. - ¡Eres un guarro! ¡Tú lo único que quieres es verles las tetas a mis amigas! Cristina parecía un toro cuando se enfadaba, era muy directa y no se andaba con tonterías. Además, tenía razón y Carlos lo sabía. Ya no sabía que hacer ni decir cuando de repente, casi sin pensar, interrumpió el sermón de su hermana y pronunció la palabra gatillo. -¡Asmodea! Casi le supo mal al volver a ver a su hermana paralizada, a su entera voluntad. Pero tenía claro que no iba a hacerle nada malo, sólo quería resolver aquella situación. Empezó con algunas preguntas, tomándoselo casi como si fuera un experimento. - ¿Por qué no quieres que tus amigas hagan toples conmigo? Cristina parecía seguir en trance mientras escuchaba las preguntas de su hermano. Su voz sonaba monótona y tranquila cuando contestó. -No me gusta como las miras. Además, me pongo celosa. -¿Estás celosa de tu propio hermano? – Carlos no cabía en su asombro. -Sí, no se por qué. – Su hermana seguía respondiendo sin traslucir ninguna emoción. -¿Te gustaría que fuera a ti a quién mirara? – El chico preguntó a pesar de no estar ...