Domingas
Fecha: 15/09/2018,
Categorías:
Confesiones
Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos
... padres.
Esta tarde no tengo ganas de salir, así que me pongo a escribir cartas —ayudado por unos cuantos lingotazos de Martini blanco con ron Negrita, la bebida de moda por aquí— y sin saber la razón, le mando una carta a Mercedes, una compañera de trabajo, mayor que yo, con quien me llevo bien, pero sin especial amistad ni intimidad. Después de echar la carta al buzón es cuando me entran los sudores del miedo. De repente he sido consciente de lo que le he escrito, y me acojono.
Mercedes tiene cuarenta y seis años, maestra que nunca ha ejercido, soltera con novio casi eterno. Seria, recatada, tremendamente conservadora en su manera de vestir —y de pensar— no es una mujer guapa, aunque resulta deseable por sus grandes tetas, de las que dice que se siente muy orgullosa y satisfecha, pero que no enseña nunca ni con escotes ni ropa ajustada. Responde con gracia a las bromas, si surgen, y es una buena compañera de trabajo, siendo quien realmente dirige la gestoría. La mano derecha del dueño.
En la carta le doy noticias de mí, doy recuerdos para los compañeros, cuento un par de situaciones que me parecen graciosas y, rápidamente, paso a decirle sin tapujos que me pone cachondo, que me excito pensando en ella, que me muero de ganas por mamar sus tetas, que le dedico las pajas que me hago y que me gustaría quedar para pasar un buen rato follando. Nada raro, quizás teniendo confianza, pero no tengo ni idea de lo que pueda pensar —me temo lo peor— ni la respuesta que pueda ...
... dar. ¡Qué metedura de pata!
Han pasado diez días desde que eché la carta al correo. He estado tentado varias veces de telefonear a Mercedes, para disculparme, pero no tengo el teléfono de su casa y tampoco le he echado huevos al asunto.
No sé si lo temía, pero me ha llegado carta de Mercedes en un sobre con membrete de la gestoría. Después de comer me pongo, nervioso, a leer los folios escritos a mano que contiene el sobre.
—Estimado Marcelo,
Me dio mucha alegría recibir carta tuya después de tantos meses de mili…
Leo con rapidez, saltándome párrafos enteros, intentando llegar al momento en el que se refiera a mi salida de pata de banco en la carta que le remití.
—Has sido muy amable con tus comentarios sobre mi físico, directo, pero afectuoso. Ya sé que mi pecho te resulta llamativo y que en el despacho me diriges de vez en cuando miradas valorando su tamaño e intentando adivinar cómo son mis tetas; es normal que así sea, siendo tú un hombre joven, sano y soltero. Me gusta que si tienes necesidad de masturbarte pienses en mí, me halaga, siempre me has parecido muy guapo y atractivo, y cuando vengas a Madrid podemos vernos, tal y como dices en la carta. Nada me gustaría más que poder pasar juntos un buen rato
¡Sí, sí, sí! ¡Guau! ¡Joder, joder, joder!
La letra de colegio de monjas de mi compañera ha llenado tres folios, dándome noticias de los compañeros y otros conocidos, y pidiéndome que escriba más a menudo. Casi ni me entero de lo que pone, vuelvo una ...