Domingas
Fecha: 15/09/2018,
Categorías:
Confesiones
Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos
... ¿Que no se come una rosca? Me gustan los tíos, me gusta el sexo, pero tengo que disimular por el trabajo y la familia. Estás muy bueno, Marcelo
Me da un par de azotes sonoros en el culo, se ríe e inmediatamente empieza a desnudarse, sin dejar que le ayude, mirándome a los ojos con descaro, con expresión de cachondeo, sin dejar de hacer comentarios.
—¿Estoy buena para ti? ¿Te gusto? Qué grande se ha puesto tu cosita de macho
De manera coqueta, dándose lentamente la vuelta, sacando el culo hacia afuera, tarda un poco más de lo necesario en quitarse las bragas negras de tejido de espuma que dejan transparentar las nalgas y el vello del pubis. Lo último que se quita es el bonito sujetador negro que lleva, con encajes y trasparencias, grande, de los que sujetan, levantan y aprietan los pechos. Se agarra en uno de mis brazos para volverse a poner los negros zapatos de tacón, antes de mirarme de nuevo a los ojos, sin dejar de sonreír.
Mercedes no es demasiado alta, calzada me llega a la barbilla y en la mili me han tallado uno ochenta y uno. Lleva el pelo, de color castaño muy oscuro, muy corto, al estilogarçon, peinada con raya a un lado y flequillo que deja despejada la frente. En su rostro de rasgos duros, destacan los grandes ojos marrones rodeados de pequeñas finas arrugas, bajo unas oscuras anchas cejas; la nariz, ancha y larga, afea su rostro; finos labios amarronados, dibujando una boca recta, grande, que esconde una perfecta dentadura muy blanca que apenas luce ...
... cuando habla o sonríe. Siempre tiene el cutis moreno —y ahora puedo asegurar que también todo su cuerpo, sin marcas visibles de bañador o bikini— porque toma el sol siempre que puede en la discreta terraza acristalada de su casa.
Los redondeados fuertes hombros dan paso a unas tetas grandes, todavía altas, como dos ovaladas y tiesas cántaras, muy juntas, apenas separadas por un canalillo estrecho, largo, profundo, ya algo caídas hacia abajo y hacia los lados, terminadas en punta por unos gruesos, cortos y rugosos pezones marrones, rodeados por unas llamativas oscuras areolas circulares, no muy grandes. Impresionantes. ¡Vaya par de tetas! ¡Qué pezones! ¡Qué tamaño!
Le puede sobrar algún quilo en la cintura, pero no le hace mal, ni mucho menos. Entre sus muslos duros, lisos, irrumpe una mata de vello púbico densa y poblada, sin recortar ni arreglar, del mismo castaño oscuro que la melena de su cabeza, ocultando casi los anchos y abombados labios vaginales, de color marrón, igual que sus areolas y pezones.
Las espaldas son anchas, algo cargadas, acaban en unas amplias caderas que albergan un culo grande, ancho, prieto y duro, de forma redondeada, larga raja marrón entre los glúteos, escondiendo una roseta del ano grande, oscura, apretada, con muslos fuertes, más bien finos, sujetos por piernas estilizadas, musculadas. Está buena Mercedes, ¡joder si está buena! Tiene cuarenta y seis años bien puestos, cojonudos.
—Qué callado te has quedado ¿Te gustan mis tetas?
No ...