Por una infidelidad, un trío
Fecha: 17/09/2018,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Dogiju, Fuente: CuentoRelatos
Tengo una mujer encantadora con la que sexualmente me he compenetrado siempre, de hecho llevamos casados veinticinco años y todavía no hemos llegado al punto de la monotonía ya que imaginación nunca nos ha faltado a la hora de realizar nuestras fantasías sexuales.
Lo más bonito, siempre hemos sabido hacerlo de dos formas: hemos hecho el amor y hemos follado, que son dos cosas bien diferentes, ya que aunque todo eso conlleva ternura, hay momentos en que el animal que llevamos dentro sólo deja lugar para el desenfreno total.
Bueno, una vez presentados, y sin ánimo de ser un pesado, quiero contaros una historia que nos ocurrió hace dos años y de la que aunque al principio fue de sabor amargo, sobre todo para mí, luego una vez reconsiderada la situación y consumada la experiencia, nos dejó un recuerdo que cada vez que rememoramos nos hace acabar a los dos en la cama follando como descosidos.
Todo comenzó con una sospecha, mi mujer y yo nunca habíamos tenido el más mínimo desliz con otra persona, pero como dice el refrán: "el roce hace el cariño", y eso fue finalmente lo que ocurrió, que hubo roce.
Ella se puso a trabajar en una empresa donde tenía un compañero colombiano al que al principio ni miraba por pesado, pero el muchacho, por su condición de "dicharachero" poco a poco se fue ganando su confianza hasta hacerla caer en sus redes. Los piropos continuos, las palabras bonitas, la aproximación física progresiva y algunos problemas laborales que los unieron más a ...
... todos fueron la mezcla que provocó la relación.
Yo, que la veía venir a casa muy contenta, cada vez más contenta, pensé al principio que estaba en un buen momento personal y anímico, pero mis sospechas comenzaron a tener más fundamento cuando observé que ella empezaba a escuchar música colombiana, a vestir de manera sugerente y algo provocativa y a maquillarse y cuidarse más de lo que habitualmente solía hacer.
Un día, después de pensarlo mucho, y como aquella situación no me dejaba vivir, decidí acercarme al lugar donde trabajaba y esperar sin ser visto la salida de todos para de alguna confirmar la sospecha que me atenazaba o para convencerme finalmente de que todo eran imaginaciones mías, así que discretamente, una vez salieron del trabajo, les seguí de lejos, observando sus movimientos que en principio casi me convencieron de que allí no pasaba nada, ya que aparte de ellos dos, iban dos compañeras más de trabajo y mantenían una conversación bastante amena por lo que pude observar, así que, aparentemente, pensé, más que sospechas eran suposiciones mías.
Entraron en el metro y yo, que los seguía de lejos, pude colarme en el mismo vagón sin ser visto, tapando mi rostro con un periódico que utilicé para no ser descubierto, ya que las compañeras de mi mujer me conocían y si me veían, se acabó la investigación.
La cosa cambió cuando las dos compañeras se apearon en la parada siguiente.
Mi esposa y su compañero quedaron solos y ella se cambió de asiento para ponerse ...