UNA GRAN FAMILIA - Relatos Eróticos

UNA GRAN FAMILIA

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Me quedé quieto. No quería molestar o despertar a Clara. Siempre cogíamos cuando nos despertábamos, a la mañana, pero hoy, con toda la actividad de la noche, quería descansar. Pero me dio ganas de ir al baño. Me levanté lo más silenciosamente posible y me dirigí al baño. ¡La luz prendida! ¡Alguien había llegado antes! Dudé entre volver al dormitorio, esperando en él que el baño se desocupe, o quedarme a esperar allí… ¡pero era grande la urgencia!
Por la sombra que se definía a través del vidrio esmerilado de la puerta, deduje que era una de las chicas… De pronto me di cuenta: ¡qué idiota! ¿Quién otra podría ser? ¡Clara estaba en la cama!
O Clarisa o Aldana, se levantó del inodoro y se sentó en el bidet. ¡Sí! Era Aldi, por el tamaño. Clarisa es más alta. Luego se dirigió al lavatorio. Por el vidrio solo se veía una leve sombra que definía un contorno del cuerpo, nada más. Luego hubo algunos movimientos sobre el bidet… Raro. De pronto me di cuenta. ¡O adiviné! ¡Se estaba poniendo enema! ¡Limpiando el culito para estar lista para un polvo anal! ¡Eso quería! ¡Eran tan higiénicas! ¡Todas!
No pensé en hacer absolutamente nada. A pesar que la tenía totalmente al palo. Es lo que pasa cuando te despertás con ganas de ir al baño. Y ahora fomentado por las intenciones de la nena. Con unas ganas tremendas quedé esperando…, que termine pronto. ¡Sino me meaba encima!
¡Al fin! Vino hacia la puerta y abrió.
-¡Hola Papi! No sabía que esperabas. ¡Hubieras entrado!
-No tesoro. No ...

... quiero molestarte…
-No me molestás nunca…, como si no conocieras… cada parte de mi cuerpo.
-¡Perdoná! ¡Me orino! – Y corrí hacia el inodoro. Ahora sí que no tuve delicadeza; me dediqué a mear. Aldi miraba “enternecida”.
-¡Ay Papi! ¡Que linda la tenés! ¡Siempre una belleza!
-¡Callate! ¡Me cortás el chorro!
-¡Jajaja! ¡Si seguís con ganas me lo das a mí! ¡Me la tomo toda!
	Yo trataba de aislarme, de no escucharla…, pero no hubo caso. Aldi se acercó sonriente y me la tomó, guiando la pija en la meada. 
-¿Ves qué no te corto el chorro? ¡Jajaja! – Aldi se regocijaba con mis ganas de mear. - ¿No me das un poquito?
-Ahora no. No tiene nada de erótico…
-¿Si? Bueno, dale. ¡Me lavé bien el culito, para que me la metás! Ahora estás descansado y Mami y Claris duermen. ¡Dale, metemela! - Y se sacó el baby doll, quedando completamente desnuda. Yo había terminado con el meo. Me la sacudió y se agachó para sorber la última gota.
-¡Qué rico! ¡Qué saladito! ¡La tenés dura! ¡Metemela! – Se inclinó, tomándose del lavatorio, parando el culo.
-¡No tenés lubricante! Te puedo hacer daño…
-¡Qué daño! ¡Con todas las veces que me la metiste! Acá hay alguna crema. – Abrió el botiquín y sacó una crema suavizante de manos. - ¿Ves? ¡Esto sirve!  
	Me untó la pija, a todo lo largo. Era cierto que yo estaba erecto. Su visión anterior, poniéndose el enema me había inspirado. ¡Era cierto que quería enterrársela en el culo! ¡Ella lo sabía!
-¡No te la pongás! ¡Quiero chupartelo!
-Bueno… ¡dale, dale!
Me ...