1. El señor Fairbanks y Belisaria


    Fecha: 19/09/2018, Categorías: Dominación / BDSM Autor: gineslinares, Fuente: RelatosEróticos

    ... más seguido, hiperventilándome. Varias veces tuve que subírmelo liberando mis pechos de la opresión para inspirar profundamente.
    
    Por suerte era verano. Tenía las ventanas abiertas para ventilar las habitaciones y al menos el ir con tan poca ropa no iba a causarme un resfriado. Además, con los calores internos que tenía por todo el cuerpo si hubiese sido otoño o invierno dudo que lo hubiese notado.
    
    Mientras estaba limpiando el polvo en el salón tuve que inclinarme sobre el apoyabrazos del tresillo para limpiar el polvo de los cuadros. Resbalé de mi apoyadero y me quedé sentada sobre el brazo del sofá. Sentí mi sexo espachurrado sobre la tapicería de cuero y al instante agradecí la sensación del roce sobre mi clítoris. En el apoyabrazos había un botón cosido a la tapicería que sobresalía de la superficie y que me presionaba en el lugar exacto que ansiaba. No pude ni quise resistirme. Lancé el plumero lejos y comencé a refregar mi sexo sobre el apoyabrazos sintiendo un torrente de ardiente sangre recorrerme entera. La sensación del cuero sobre mis partes era fantástica. Al poco oí los ruidos de mis mulsos patinar en el cuero del mueble a causa de mis humedades desbordadas. El chapoteo excitante me alentaba a continuar con mis restregones y noté como una teta en uno de los vaivenes se escabullía de la prisión del minúsculo top.
    
    Con los ojos cerrados y los brazos entrecruzados hundía las uñas en la tapicería mientras me continuaba frotando en el brazo del sofá. Gemía ...
    ... gustosa musitando guarradas sin ton ni son con voz ronca con el refriegue inferior como música de fondo.
    
    -Mi sofá lindo, aprétame más la pepita, ah, sofá lindo, haz gozar a esta perra en celo, sofá lindo.
    
    El top, aunque me oprimía menos con la teta liberada, me coartaba al respirar y en un arranque de lujuria me lo arremangué hasta los sobacos para poder tomar aire bien a gusto. La prenda se iba humedeciendo con el sudor de mi pecho y las axilas y lo que menos me apetecía era pensar cómo iba a salvar el gurruño después de esto.
    
    Cuando el clímax me sobrevino, me pellizqué los pezones con dulce saña, retorciéndolos como dos tornillos, mientras me mordía el labio inferior y lloraba emocionada. La baba se me escurría por las comisuras de los labios llegando al mentón y goteando sobre mis pechos. Solo quería sentir el corazón desbocado, la respiración entrecortada y aquel chasquido interno de algo romperse, de rozar lo divino y marchitarse poco después.
    
    -¡Dios, joder, qué gusto! –grité exaltada.
    
    Rodé hasta caer espatarrada en el sofá cubierta de sudor y saliva, boqueando mientras me limpiaba el mentón, el cuello y el pecho de hilillos de saliva.
    
    Sonreía como una estúpida porque era uno de los mejores orgasmos en los que había participado. Vi de reojo que el apoya-brazos estaba brillante y cubierto de mis lubricaciones que incluso se iban escurriendo en espesas gotas que si iban introduciendo entre los cojines y los dobleces del cuero.
    
    Fue entonces, aún jadeante, ...