1. La historia de Claudia (2)


    Fecha: 20/09/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... insolente?! ¡Parate, vamos!
    
    La joven se puso de pie, coloradísima y asustada.
    
    Blanca se sentó en el sofá y con tono firme le ordenó que juntara las piernas, que bajara la cabeza y colocara las manos en la espalda.
    
    -Te voy a enseñar cómo comportarte ante mí y más te vale que lo aprendas. –le dijo.
    
    -Sí, señora... perdón... –contestó Claudia comprendiendo definitivamente que nada sería como ella lo había imaginado y que esa mujer le estaba imponiendo de entrada las reglas de un juego que advertía peligroso y excitante a la vez.
    
    -Bueno, vamos a ver. –le dijo Blanca. ¿Así que me buscaste para pedirme disculpas por lo que me hizo tu mamita, eh?
    
    -Sí, señora, es que...
    
    -¡Mentira! Me buscaste porque ya no aguantás andar con las nalgas frías, porque extrañás esas palizas que yo te daba, porque necesitás de alguien que te mande y te tenga a rienda corta, como te tenía tu mamita antes de ablandarse y como empecé a tenerte yo hasta que ella me echó a la calle como a un perro... ¿Me equivoco, mocosa?
    
    Claudia sentía arder sus mejillas mientras los latidos de su corazón se aceleraban más y más. Respiraba agitadamente y no podía hablar.
    
    -¡Te hice una pregunta! ¡Contestá! –le gritó Blanca.
    
    Claudia tragó saliva y respondió articulando dificultosamente cada palabra:
    
    -No.… no se equivoca... No se equivoca, Señora...
    
    Blanca lanzó una carcajada y comenzó a estrechar el cerco en torno de su presa.
    
    -Muy bien. –dijo echándose hacia atrás en el sofá y ...
    ... envolviendo a la joven en una mirada ardiente. –Te voy a explicar cómo serán las cosas. Fui mucama en tu casa durante diez años ¿no es cierto?
    
    -Sí, señora.
    
    -Trabajé de la mañana a la noche y aguanté humillaciones de tu mamita y muchos desplantes tuyos por un sueldo miserable.
    
    -Bueno, es que...
    
    .¡Callate! ¡No te autoricé a que hablaras!
    
    Claudia enmudeció y siguió escuchando a Blanca estremecida por un temblor que no podía controlar.
    
    -Pero ahora todo cambió, mocosa. Ahora estás en mis manos. Ahora soy yo quien manda. Soy yo la patrona y vos vas a ser mi mucama, la sierva de esta casa. Te quiero acá cada vez que yo te llame para que hagas limpieza, laves y planches ropa, cocines y me sirvas la cena.
    
    Claudia no podía creer lo que estaba escuchando. Por un momento sintió el impulso de irse, de escapar de esa trampa en la que ella misma se había metido, pero una fuerza irresistible la mantenía paralizada ante esa mujer que se le estaba revelando en toda su naturaleza de dominante y a la que se sentía irremediablemente sujeta.
    
    -Así serán las cosas. ¿Entendido, Claudita? –le preguntó Blanca en tono burlón.
    
    -Sí... Sí, señora... –contestó con un hilo de voz y resignada a su suerte.
    
    -Muy bien. Y ahora sacate las zapatillas. –le ordenó la dueña de casa.
    
    Claudia obedeció y entonces Blanca le dijo:
    
    -Ahora quitate la pollera y la bombacha (bragas)
    
    -¿Qué me va a hacer? –se atrevió a preguntar.
    
    -Te voy a dar por todo lo que no te di estos años.
    
    -Ay, no, ...
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