Mi perrito faldero
Fecha: 01/10/2018,
Categorías:
Voyerismo
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... permitiría masturbarse.
Seguí calentándole el culo y él gimiendo, suspirando. contando cada chirlo mientras sus nalgas se veían ya coloreadas y su pito se sentía bien duro contra mis muslos.
Cuando lo escuché pronunciar el número treinta consideré que era suficiente por ser la primera vez y le ordené que se pusiera de pie con la cabeza gacha y las manos atrás. Lo hizo y me dispuse a humillarlo una vez más antes de hacerle tomar la mamadera.
-Mmmhhhhhh… ¡cómo tenés el pito!... Estás ardiendo… ¿Qué te puso así? –pregunté retóricamente. –Fueron los chirlos ¿no?... ¡Contestá, putito! –le exigí.
Él permaneció en silencio hasta que finalmente murmuró:
-Sí… sí, señor, me… me excitaron sus chirlos…
-Qué bien, putito… ¡Me encanta que te guste ser nalgueado!... Seguramente te hubiera gustado que tu papá te calentara el culo, ¿cierto?...
-Por favor, señor… -me rogó y por su voz percibí que procuraba controlar un sollozo.
Me di cuenta de que yo había sido muy cruel, demasiado, y decidí ponerle un freno a mi crueldad, al menos por el momento.
-Bueno, está bien, olvidémonos de tu papá. Él no está, pero estoy yo, que no soy tu papá, pero sí tu dueño. Eso quiero que sepas y sientas, bebé: que soy tu dueño, que me pertenecés por completo. Es obvio que podés rechazar esto e irte ahora mismo.
-¡Nooo!... –exclamó y lo advertí estremecido de pies a cabeza.
-Bueno, entonces aceptalo y decilo.
-Usted es… mi… mi dueño, señor…
-¡Perfecto! Y como tu dueño ...
... puedo hacer lo que quiera con vos, ¿cierto?, pero no tengas miedo que no pienso causarte ningún daño.
-Está bien, señor… -dijo luego de suspirar como aliviado.
-Bueno, entonces ¿puedo hacer lo que quiera con vos o no?
-Sí, señor…
-¿Sí, señor qué? –le pregunté para continuar con mi objetivo de ejercer sobre él una dominación absoluta.
-Sí, señor, usted… usted puede hacer lo que… lo que quiera conmigo… -reconoció el chico colmando de satisfacción a mi naturaleza dominante.
-¡Bien, bebé! ¡muy bien! –exclamé mientras sentía que mi pene estaba totalmente erecto, listo ya para convertirse en la mamadera que le haría tomar a mi perrito.
Me puse de pie ante él, me bajé el jean hasta los tobillos y enseguida el bóxer.
-Arrodillate, putito. –le ordené y él obedeció de inmediato con la vista clavada en mi verga.
-A ver esa boquita… le dije y su respuesta fue tomar mi verga con su mano derecha y metérsela en el hocico. Comenzó a chupar de inmediato y a alternar la succión con lamidas en los huevos y en todo el tronco para finalizar en el glande y volver a empezar. Entre lamidas y succiones el mocoso me estaba llevando al éxtasis. Cada tanto yo le ordenaba que me mirara y entonces me deleitaba con sus ojos turbios de calentura.
Por mi estado de excitación no puedo estimar el tiempo que tarde en llegar al orgasmo, pero sí recuerdo que fueron tres los chorros de semen que le lancé en la boca y de inmediato le grité con la voz enronquecida por una intensa emoción ...