LA TÍA CARMEN. ¡M APRENDERAS A OBEDECER¡ - Relatos Eróticos

LA TÍA CARMEN. ¡M APRENDERAS A OBEDECER¡

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Toqué la puerta de madera con los nudillos. Esperé pacientemente a que me abriese mi tía, ya que me había citado en su casa a esa hora. Estaba nervioso por lo sucedido, esta vez me había metido en un gran problema. Siempre he sido un joven desobediente, rebelde e  irresponsable pero poco a poco iba aprendiendo a comportarme. El progreso de mi comportamiento se lo debía a mi Tía Carmen. Una mujer adulta de 57 años y con un carácter terrible que  no tolera la desobediencia, rebeldía o malos modales, justo todo lo que yo era antes. Gracias a ella ahora era otro tipo de persona.


La tía Carmen tal como he comentado, es una mujer ya madura. No os voy a mentir, no es una belleza. Es una mujer grande y muy voluptuosa. Tiene un gran abdomen, un estomago grande que sobresale de su cuerpo. Un culo rechoncho de grandes dimensiones. Brazos y piernas carnosas, obesas. Es una mujer que supera los 100 kilos de peso sobradamente. Debido a su aspecto grande y obeso camina lentamente. Es una montaña situada a mi lado. Esta sería su descripción física, pero es más importante su descripción psicológica, tal como he comentado es una mujer muy estricta, no tolera los malos modales o desobediencia. Se enoja fácilmente cuando algo no es de su agrado y utiliza la técnica que sea precisa para salirse con la suya.

La puerta se abrió ante mí. Mi tía Carmen me miró fijamente con un sorprendente enfado en su rostro. Estaba muy enojada conmigo. Había vuelto a decepcionarla una vez más. ...

... Llevaba tiempo sin meterme en problemas, pero esta vez había superado por completo todas mis fechorías. Unos días atrás, fue la fiesta de inauguración del nuevo curso  de la universidad, acudí con mis amigos. Bebimos todo lo que pudimos, nos emborrachamos y en un momento de la noche gastamos una broma a una joven que era nueva en la universidad. La broma se nos fue de las manos y llegamos incluso a humillarla, la chica terminó llorando. Nos descubrieron y en unos pocos días nos juzgaría la universidad con la posibilidad incluso de ser expulsados por nuestro comportamiento. Nuestro comportamiento fue detestable, la chica lo pasó muy mal y todavía estaba asustada .Fuimos unos verdaderos créticos, algo que me da repugnancia a día de hoy. 

Mi tía Carmen era quien se había encargado desde siempre de mi comportamiento. A mi madre no la tenía el menor respecto, no la obedecía e inclusa la insultaba. Fue mi tía Carmen quien detuvo mi comportamiento. A ella no la desobedecía, ya me había castigado duramente en el pasado y había aprendido a respetarla. Mi tía era una mujer muy estricta y de lo que no era capaz mi madre, se encargaba ella.

Mi tía tras mirarme con unos ojos llenos de rencor y enfado, me invitó a pasar a su casa con un gesto de su mano. Cerró la puerta tras de mí. Me di la vuelta y lo primero que hice fue disculparme ante mi tía, quizás mis disculpas servirían de algo, pero estaba muy equivocado.

-	Lo siento tía Carmen, anoche cometí un error, no volverá a pasar – Me ...