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Los Panty de Dolores
Fecha: 03/10/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: AkuSokuZan, Fuente: xHamster
... se tomaba la libertad de rozarme repetidas veces en la pierna con su pie, esta vez directamente los había apoyado. Y sin darme la oportunidad de negarme, porque me preguntó que si me importaba, pero siguió hablando sin que yo pudiera decirle que no. - Pues cuéntame alguna –le pedí, e imitando sus confianzas, le puse una mano en los pies. No los acaricié ni nada; simplemente la dejé ahí. Si ella tenía la suficiente familiaridad como para ponerme los pies encima, yo iba a tener la misma para tocárselos. Y no pareció importarle, ya que no reaccionó de ninguna manera visible. - Una vez –comenzó a decir, con la mirada perdida, evocando un recuerdo–, con veintitantos, estábamos armando mucho escándalo. Era común que nos tiraran agua desde las ventanas. Pero ese día estaba mezclada con lejía, para jodernos la ropa. - ¡Qué me dices! ¿Pero cómo son tan cabrones? - Ya ves. En mi pueblo son así. - Jodo, pues sí que son bruticos –observé, sin apartar mi mano de sus pies, e iniciando un leve pero continuo movimiento. - Sí, pero no creas que no se llevaron lo suyo. Les tiramos por la puerta todas las macetas y geranios que había. Se quedó todo hecho una mierda –me explicó con una mirada llena de malicia y picardía. Lola dio un sorbo a su café. Sus bragas estaban a la vista, aunque yo procuraba que no notara que la miraba de vez en cuando. - Y pareces buenecica, pero anda que no tienes peligro –dije, sin dejar de acariciar los pies, así como quien no quiere la cosa. - No lo sabes bien ...
... Tomasín –admitió animada. Puse la otra mano en los pies. El tacto de su piel cincuentona, me producía un agradable escalofrío en la base de la columna. Mi polla notó el estímulo y percibí que se llenaba de sangre. - Por cierto –continuó diciendo Lola–, hace un día buenísimo. Hoy no tengo encargos de portar muebles, pero pensaba dar un paseo por el centro y tomar un vermú. ¿Me acompañas? –me ofreció, con ojos tentadores. - Claro, no tengo nada mejor que hacer –acepté. - Pues vamos a ponernos en marcha, que si no, me voy a quedar pajarita con el masaje que me estás dando en los juanetes. Vaya, después de todo sí se estaba dando cuenta de mis tocamientos. No era inmune, había reparado perfectamente en que movía mis manos en sus pies. No era un masaje, como ella había dicho; pero sí que frotaba cada vez con más vigor. Nos levantamos (y menos mal, porque de lo contrario hubiera visto mi segunda erección en pocos minutos), y le ayudé a recoger la mesa. Esta vez no me impidió ayudarla. Salió de la cocina, mientras yo me quedé terminando de meter todo al lavavajillas. Entonces me llamó. - ¡Tomasín! Su voz provenía del pasillo, y una vez me acerqué, me di cuenta de que estaba en el baño: el chorro de pis chocaba en la loza del wc. Me puse junto a la puerta, sin asomarme al interior. - ¡Tomasín! –repitió. - Estoy aquí –le avisé desde fuera, ya que la pared me ocultaba. - Oye, escúchame un momento, asómate –dijo. ¿Cómo? ¿Me pedía que me asomara mientras meaba? Era una invitación en toda ...