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Los Panty de Dolores
Fecha: 03/10/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: AkuSokuZan, Fuente: xHamster
... habitación de luz. Miré al suelo, donde había dejado mi ropa la noche anterior, pero no estaba. Y así me encontraba, de pie, mirando como un lelo al suelo, con la “tienda de campaña” puesta como suele decirse, cuando Lola se asomó a la estancia. - ¡Buenos días! He oído que abrías la persiana y… –me ladeé instintivamente, para ocultar la erección, pero me fue imposible y ella fijó la vista ahí– ¡Uy! ¡Pues sí que te levantas contento aquí! –exclamó con una carcajada. - Sí… Es lo que nos pasa a los hombres por las mañanas –me justifiqué, rojo de vergüenza. - Nada nada, no te tienes que disculpar –continuó riendo–. Venía a decirte que al final sí que me he llevado tu ropa para lavarla, que de todas formas iba a poner una lavadora. - Vale… gracias. - En cuanto te relajes, puedes salir que ya está el café preparado –me invitó, sonriendo y guiñando un ojo. De los nervios, casi ni me fijé en la ropa que llevaba ella. Ya no iba con una bata abierta como la semana anterior, sino que portaba el sexy camisón con el que había dormido. No sé si me puso más nervioso que me pillara en plena empalmada, o la paja nocturna que quizá me oyera. Esperé a solas en la habitación, a que se me bajara la erección. No tardó mucho, debido al susto. Salí y me reuní con ella en el comedor, donde ya habíamos desayunado la otra vez. Había café humeante y pastas en la mesa, y también zumo. Tomé asiento. - ¿Qué tal? ¿Has descansado bien? –me preguntó con dulce voz, amable como siempre. - Muy bien –dije, ...
... mientras me echaba zumo de naranja en un vaso. - Me alegro. No pensaba que fueras a volver hoy… –comentó sin dejar de sonreír. - Ya… Lo siento. No sé por qué lo hice… No quiero m*****arte –dije mirándola de reojo. - ¡Oh, no no, de ninguna manera! Ya te dije que no me m*****a; me haces compañía –aseguró. - Ya, pero no tenías por qué lavarme la ropa… Me sabe mal, Lola. - No digas tonterías chico. No me importa. Si me importase, no lo haría –dijo. Hablábamos con la misma ropa que he comentado antes; yo en calzoncillos y ella con el camisón de seda, sin sujetador. Era muy corto, y no se preocupaba de ocultar las bragas: estaba sentada normal, sin cruzar las piernas ni taparse de ninguna manera, de modo que podía vérselas sin problema. Eran color crema. - A ver, cuéntame. Qué tal lo pasaste anoche. Parezco tu madre –observó riendo. - Pues tienes razón –reconocí divertido–. Anoche no fue tan a full como la semana pasada. Pero sí echamos unas risas. - Si es que sois unos cabezas locas… - Pues no has visto a los del pueblo, madre mía –le advertí–. Esos sí que están majaras. Soltó una carcajada. Me gustaba verla así de contenta. - ¿Ves? Si ya te digo yo que tienes que venir más, que me lo paso de cojón con tus historias –en ese momento me colocó los pies sobre mi pierna, adoptando una cómoda posición-. No te importa, ¿verdad? Pues no creas, que yo en mi pueblo también he montado algunas buenas –continuó hablando, sin darme tiempo a responderle. Aquello era un paso más. Si la semana pasada ...