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Los Panty de Dolores
Fecha: 03/10/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: AkuSokuZan, Fuente: xHamster
... regla. Yo soy educado, pero hasta un límite. Si ella quería verme mientras me hablaba, incluso a pesar de estar orinando, yo no iba a ser tan considerado y caballeroso como para no mirarla sentada en la taza del water. Le hice caso, y me asomé al cuarto de baño. Estaba sentada, con el camisón subido hasta la cintura. Le veía toda la pierna, y el lateral del culo. Llevaba unas zapatillas viejas de estar por casa, y las bragas por los tobillos. El chorro seguía sonando. - Anda ves a por el cesto, que está donde la lavadora. Me lo traes, que también está tu ropa allí. Obediente, me di la vuelta y fui a por el canasto de ropa. Me lo podría haber dicho perfectamente sin pedirme que me asomara. Pero lo había hecho, ¿por qué? No me quedó claro si se me insinuaba muy descaradamente, o si tenía un extraño sentido de la confianza. Lo recogí de encima de la lavadora, y volví al pasillo. - ¡Estoy aquí! –exclamó desde su cuarto. Se lo llevé, dejándolo sobre su cama. La situación era algo extraña: parecíamos madre e hijo, o incluso un matrimonio, con mucha confianza y ambos en paños menores, pero nuestra única relación era de vecinos desde hace mucho tiempo. Tomé mi ropa y me dirigí a mi cuarto. Pero al salir, dejé su puerta entreabierta y me di la vuelta, sin que se diera cuenta. Observé en silencio cómo se desnudaba: se sacó por arriba el camisón, quedándose en bragas. Se las bajó, y pude verla completamente desnuda. La melena le caía sobre los hombros, en una imagen digna del mejor ...
... velázquez. Estaba de espaldas, pero era una maravilla de cuerpo, con unas nalgas anchas y a la vez respingonas, blanquecinas y muy hermosas. Toda la magia y el erotismo del momento se rompieron cuando se puso a rascarse el culo. Yo había quedado como hipnotizado ante tal muestra de belleza, pero una vez más, su sencillez y naturalidad, que tanto me gustaban, me habían sacado del hechizo. Un simple picor en el glúteo derecho, hizo que se rascara con una mano mientras con la otra rebuscaba entre el montón de ropa. Escogió unas bragas deportivas de color blanco, que se puso con rapidez, y un sujetador a juego. Cuando terminaba de colocarse sus voluminosos pechos dentro del sostén, debió de oírme o percibir algo, porque movió la cabeza como para escuchar mejor, y justo después se giró y me vio. - ¿Aún estás ahí? ¡Mirón! –me reprochó, echándose a reír. - Yo… ¡No no! –atiné a decir, entrando ya en el otro cuarto. Pero no me dijo nada más. Terminó de vestirse y fue a arreglarse y peinarse al baño. Acabó pronto y se acercó a mi habitación, justo cuando ya me terminaba de vestir yo también. - ¿Ya estás? ¿Nos vamos? - Sí, sí, podemos irnos –contesté. Salimos del piso y bajamos a la calle. Hacía un día tremendo, primaveral a más no poder. Me cogió del bracete como una madre a un hijo y paseamos tranquilamente. Fuimos caminando por Independencia, la Plaza España, y luego la Calle Alfonso. Llegamos hasta la Plaza el Pilar. - ¿Tú qué crees que pensará la gente, que somos madre e hijo o que ...