-
Los Panty de Dolores
Fecha: 03/10/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: AkuSokuZan, Fuente: xHamster
... semanas siguientes fueron fabulosos. Follábamos casi a diario, en todas habitaciones de su casa y probando todas las posturas. Lola también bajaba a mi piso, y estrenamos todas las estancias. Por supuesto, repetimos en el jacuzzi varias veces. Incluso un par de veces lo hicimos en el balcón, por la noche. Es un bloque alto y desde la calle no nos podían ver, pero algún vecino de enfrente sí podría habernos descubierto. Y aunque esas sesiones fueron de mad**gada, cuando todo el mundo duerme, nunca se sabe. El morbo y la excitación de ser pillados era increíble. Fueron unos días geniales. Éramos como dos adolescentes enamorados, besándonos en todos rincones y metiéndonos mano a la menor ocasión. Me sorprendía la fogosidad de Lola. Nadie diría que tenía cincuenta años. Primero por su cuerpazo, pero también por su ardor y entusiasmo. Tenía las hormonas revolucionadas, en plena efervescencia, y quería hacerlo a todas horas. Supongo que yo para ella había supuesto un soplo de aire fresco, y había rejuvenecido su ya de por sí alegre carácter. Dolores, a su vez, representaba para mí algo que no había imaginado. Significaba la madurez, sentar la cabeza, un amor adulto y experimentado que daba equilibrio a mi vida. Nos complementábamos a la perfección. Pero todo lo bueno se acaba, o al menos se interrumpe. Estábamos un sábado por la mañana echando un polvo de los que hacen afición. Después de haberse corrido ella, le estaba dando por el culo para correrme yo. Llevaba puesto un condón ...
... y le había aplicado un poco de lubricante especial. Estaba gozando de lo lindo, mientras ella chillaba de placer. Desde que habíamos descubierto lo agradable que es por atrás, lo hacíamos a menudo. Me faltaba muy poco para llegar, estaba a punto… Un par de embestidas y ya lo tenía. Entonces, la puerta de entrada al piso y una voz familiar me sobresaltaron. - ¡Tomás! ¿Estás en casa? –exclamó la voz. Era mi madre. De la impresión, me corrí a chorros. El gusto fue una pasada, pero tenía que rehacerme rápidamente o nos pillarían. Y por nada del mundo podía saber que estaba con Lola. Salí del culo de Dolores, y me saqué el preservativo. Oía los pasos que se acercaban. - ¡Lola! Tápate con las sábanas, ¡rápido! –le susurré. No me quedaba otra, así que salí desnudo al pasillo, al encuentro de mi madre. Debía impedir a toda costa que se enterara de que estaba con Lola. Con la polla todavía goteante, tapada por mis manos, casi me topo con mi madre al salir al pasillo. - ¡Mama! –grité, sin saber qué más decir. - Joder Tomás, ¿qué haces así? –preguntó mi progenitora, echándose a reír. - Nada… ¿tú qué crees? –intenté parecer indignado. - Vale vale, ya te dejo –la cara se le había enrojecido por la vergüenza y seguía riendo. - Vale, gracias –repuse. - El papa está recogiendo las maletas. Le digo que no suba todavía y nos vamos a echar un café, media hora. Para que te repongas –indicó–. Por cierto, volvemos a vivir aquí –añadió saliendo ya de casa. - ¡¿Cómo?! –exclamé, pero cerró la puerta. ...