1. Los Panty de Dolores


    Fecha: 03/10/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: AkuSokuZan, Fuente: xHamster

    ... nos despedimos, no se me pasaba por la cabeza volver a su casa. Pero llegó el sábado, y salí, como suelo hacer. Después de varios gin tonics, hacia las cuatro de la mañana, decidí volver a casa. Iba piripi, pero no tanto como hacía una semana. Me encontraba ya en mi puerta, metiendo la llave para abrirla (esta vez la llave adecuada en la cerradura correcta), cuando se me ocurrió subir al piso de la Dolores. Sabía que cuando me dijo lo de volver a esas horas, era en broma; pero había un deje de invitación real en sus palabras y su expresión. ¿Y si subía? No lo pensé más y di la vuelta, en dirección al piso de arriba. Después de todo, ¿qué podía ser lo peor que podía pasar? Que me mandara a escaparrar, luego yo le pediría perdón y tan amigos. Era muy amable y no se ofendería. Llegué a su puerta y alcé la mano para llamar a la puerta. Dudé un segundo y casi me vuelvo para abajo, pero golpeé sin vacilar más. Fueron dos veces, toc toc, aunque me parecieron muy flojos. Repetí algo más alto, y me pareció escuchar un ruido en el interior. Como no estaba seguro, llamé al timbre. No quería que se enteraran los vecinos, pero no me quedaba otra. Ahora sí que escuché con nitidez pasos en el interior, y en seguida se abrió la puerta. Me recibió Lola, descalza y con el mismo camisón corto que la vez anterior. No llevaba sujetador. - ¡Hombre, qué sorpresa! ¡Buenas noches! –dijo intentando poner un tono de voz bajo. - Hola… buenas noches. Creo… creo que me he equivocado otra vez –bromeé. - ...
    ... Anda que no tienes jeta tú. Anda pasa. Si quieres –me invitó. Accedí al interior, que estaba en penumbra. Sólo se veía un resplandor proveniente del pasillo. Ella caminaba delante, yo la seguía detrás. Cuando llegó a la altura del cuarto de baño, se metió en él, nuevamente sin cerrar la puerta. - Voy a aprovechar para hacer un pis. Ya sabes dónde es, ¿no? No hace falta que te guíe –dijo. - Sí, sí, lo recuerdo –respondí. Me encaminé a “mi” habitación, y de nuevo escuché con nitidez cómo orinaba, y más en el silencio de la noche. Entré en el cuarto y encendí la luz. Instantes después, se asomó la Dolores, muy sensual con su camisón, a pesar de su cara somnolienta. - Hoy no te ayudo a desnudarte. Que no vas tan mal como el otro día. Tampoco te lavo la ropa, que hoy no apesta –dijo sonriendo. - No no, tranquila. Gracias de todas formas –le correspondí. - No es nada, tontín. Me gusta que me hagas compañía. Descansa –y se despidió guiñando un ojo. - Buenas noches Lola –le deseé. Dejó la puerta abierta y se fue a su dormitorio, donde tampoco cerró porque no escuché el ruido. Me quité la ropa, dejándola en el suelo, y me acosté en calzoncillos. Verla con ese camisón tan corto me había excitado, de modo que tumbado en la cama, me quité los calzoncillos y empecé a tocarme el pene, que ganó tamaño en segundos. Me acaricié muy despacio, notando su dureza y rigidez. Lo hice muy silenciosamente, porque yo tampoco había cerrado después de que Lola se fuera. Las dos puertas estaban abiertas. ...
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