SANTA MARÍA, LA PINTA Y LA NIÑA 3 - Relatos Eróticos

SANTA MARÍA, LA PINTA Y LA NIÑA 3

... factura… Así que aquí está. – Le alcancé la bolsa del negocio.
-¡Dios! ¡Esto es fantástico! – Le había comprado pollerita y blusa de lo mejor, con todos los volados y adornos imaginables, brillos y chirimbolos que a Jazmín le encantaban. Y unas encantadoras sandalias con taquitos de cuatro-cinco centímetros.  - ¡Papito! ¡Te adoro!
	Se le caían las lágrimas mientras me abrazaba y besaba.
-¡Mi amor! ¡No llores!
-¡Lloro de alegría! ¡Ay Dani! ¡Sos el papá que siempre quise tener! ¡Te lo prometo!
-¡Mi vida! ¡Yo también siempre quise tener una hijita como tú! – Aunque, en verdad, mejor ahora, que me la cojo sin complejos…
-Pero…, ¿por qué no cenamos aquí?
-Porque te quiero llevar a un buen restaurante para que elijas lo que más te guste. Y quiero salir contigo para que todos vean que “mi nieta” es la más hermosa del mundo. Dale, vamos al baño. 
-¡Papito, que feliz soy!
	Nos bañamos, enjabonándonos mutuamente, con las caricias y sobadas respectivas, chupadas y lamidas como corresponden. Al fin, luego de media hora, más o menos, estuvimos listos para vestirnos. ¡Jazmín estaba preciosa! Imposible estar indiferente ante tanta belleza. Le alcancé el kit de maquillaje que Aldana había dejado en casa y, muy suavemente, maquilló, los ojos, las mejillas y los labios. Parecía, por lo menos, cinco años mayor. ¡Ahora sí que no sé si alguien puede creer que es mi “nieta” y no mi amante!  
	Bajamos al estacionamiento y fuimos al mejor restaurante del barrio, muy lindo, de amplia y ...

... variada carta. Había reservado una mesa, bastante íntima y apartada, pero no fuera de las miradas de los otros comenzales. Quería que nos vieran, tal como las veces que fui con Clarisa y Aldana. ¡Es una fija! Cuando una cuarentona te ve con una piba joven, si querés “tirártela”, es más fácil. Piensa que es un privilegio que un tipo que anda con jóvenes, se fijen en vos. ¡No falla!
	Como es clásico, las chicas siempre comen cosas comunes y conocidas. Sin complicaciones…, con el helado de final. Le di todos los gustos. ¡Jazmín estaba fascinada!
	Cuando regresamos, a eso de las once de la noche, le pedí lo que ella deseaba.
-Mi amor, tesoro. Ahora sí, si quieres chupármela mientras manejo no hay problema. Hay poco tránsito y vamos a baja velocidad. Lo puedes hacer.
-¡Si! ¡Claro! ¡Tantas ganas! ¡Me encanta! Mamita siempre te la chupa cuando la llevas en el auto. - Me abrió el cierre, la sacó, ya morcillona, y comenzó con una de sus geniales mamadas…, pero… es algo sin resultados.
Estacioné bajo la oscuridad de un árbol en una discreta calle. 
-¿Paras para estar más cómodo?
-Si…, pero quiero que te bajes la tanguita. Te la quiero meter. – Le metí la mano bajo la pollerita y la acaricié. 
-¡Si! ¡Qué lindo! ¡Me gusta cachar en el auto! ¡Mamita me dijo que es “sofisticado”! – Danna la había preparado para todo.
	La nena se paró y me dejó sentar en la butaca del acompañante. Es tan chiquita que no tiene problemas en acomodarse sobre mí, a horcajadas. Me la agarró y se la acomodó ...