1. El cumpleaños de la tía Eli


    Fecha: 05/10/2018, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Lman13, Fuente: CuentoRelatos

    ... querían, de esta maneara, compensar las temporadas duras por las que tuvieron que pasar sus hijas años atrás.
    
    Dos chicas algo gorditas iban a la casa cada tercer día a hacer la limpieza general de la casa junto con un jardinero viejito que atendía los prados y la alberca. La casa estaba siempre limpia y en orden. Para la hora de la comida, la servidumbre ya se había marchado y mis primas sólo se ocupaban de tender sus camas, lavar los platos y llevar la ropa a la tintorería.
    
    Los primeros días fueron geniales. Cuando vi a mis primas por primera vez, nos saludamos con cierto afecto. Pero, al mismo tiempo, con algo de indiferencia. Después del saludo ellas a lo suyo y yo a lo mío, apenas y nos veíamos. Por la mañana desayunaba con mi madre y mis tías. Nos reíamos un poco y después a la alberca. Mis tías, que en verdad me quieren mucho, iban a casa por bebidas y snacks para que no tuviera que salir del agua. Jugábamos cartas bajo la sombra de alguno de los árboles del jardín ante una mesa llena de golosinas para mí y después, de vuelta a la casa. Para el momento en que bajaban mis primas a la alberca, yo ya estaba en mi habitación durmiendo o viendo televisión o jugando en la computadora.
    
    Felicidad en el paraíso. Pero… se atravesó el jueves.
    
    Jueves
    
    Años atrás los jueves era el peor día de la semana para mí. Mi madre y sus hermanas tenían por costumbre tener su“Jueves de chicas”. Se la pasaban casi todo el día fuera y me dejaban bajo el cuidado de mis primas que ...
    ... me hacían ver mi suerte. En esta ocasión se marcharon desde temprano a la ciudad y volverían hasta tarde. Cuando bajé a la cocina, ellas ya no estaban. Abrí en silencio el refrigerador para prepararme un sándwich y entonces oí ruidos en la planta alta… ¡Estaba solo en tierra de orcos!
    
    Salí a la alberca para nadar un rato antes de que las arpías bajaran. Nadé y luego me recosté en un reclinable a la sombra de unos árboles, cerré los ojos bajo los lentes oscuros y empezaba a sentir que el sueño me invadía cuando siento de pronto que algo obstruye la luz. Abro los ojos tras las gafas oscuras y veo una hidra de tres cabezas viéndome.
    
    - Si ya estás bien cocido de ese lado deberías voltearte. – Ana, con otra broma nada graciosa y su perpetua sonrisa.
    
    - ¿Por qué nos has estado evitando, nene? ¿Ya no nos quieres? – Eli, con su voz de sargento de caballería que, hasta cuando quiere hacer una broma, suena a reclamo.
    
    Jess, muda, se alejó para poner sus cosas en otro de los reclinables un poco más allá de dónde estábamos sin ningún interés por la conversación.
    
    - No, no es eso. Es simplemente que no tengo hábitos nocturnos como ustedes. (Vampiros, hombres lobo y demás espantos, pensé).
    
    - Como desde que llegamos no hemos pasado ni un rato juntos todos, pensé que sería bueno estar un rato con la familia.
    
    - Escogiste un mal día. –Dije yo acostado con las manos atrás de mi cabeza y los ojos cerrados tras las gafas. – Es jueves.
    
    Jess, al otro lado de la alberca se ponía ...
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