Ya soy el puto del equipo (VII): Cena con hotel
Fecha: 06/10/2018,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos
A las 7 de la tarde estaba Abelardo en mi casa, saludó a mi taita y ella le ofreció una merienda consistente en una gigantesca magdalena hecha en casa, un sorbete de limón y una copa de champaña. A mí me preparó un vaso de agua y una magdalena gigantesca.
β ¿No te gusta el sorbete?, pregunto Abelardo.
β Sí, pero un sorbo pequeño para cambiar el sabor de comidas y nada más.
β ¿Tampoco te gusta el champaña?
β Mucho, pero con un plato en base a carnes.
β ¿Tú me tomas el pelo?
β No, Abelardo es lo que hacían mis padres y mi taita me lo enseñó, son nuestras costumbres, Abelardo.
β Lo entiendo, lo entiendo, nosotros los que no somos tan finos, lo bebemos cuando lo tenemos delante.
β Mi taita pertenece a tu mundo pero se ha formado en casa y a mí me ha educado así, por eso me pone agua y a ti champagne. Eso quiere decir que ya te quiere y que a mí me ha querido siempre.
β Es decir, ¿que yo soy bienvenido a esta casa?
β En efecto, si tú y yo dejáramos de ser amigos, ella enfermaría una larga temporada, y te mimará, porque te quiere como de la casa.
β Esto es una suerte para mí.
β Para ti es una suerte, para mí lo sigue siendo desde que nací. Cuando mi taita quiere a alguien se convierte en un amor. Por cierto, ¿le has dicho dónde vamos y con quien?
β No me lo ha preguntadoβ¦
βPero podrías decírselo, yo creo que sí.
β Y ¿qué le digo?
β A mi taita siempre la verdad, aunque te avergüence.
β ¡Joder, Doro! ¿Voy a decirle que nos vamos a ...
... cenar con un tío que nos ha follado a los dos?
β Ya lo sabe, no se extrañará, pero te amará más y cuidará de ti, igual un día la necesitas.
β ¿Entonces qué hago?
β Muy simple, nos despedimos de ellas te retrasas un poco respecto a mí y se lo dices, metes cualquier razón verdadera o posible y ella se queda tranquila.
Acabamos de merendar y nos despedimos de mi taita. Cuando salí, Abelardo se quedó un momento con ella y le esperé en la puerta. Cuando salió, le dije:
β No me mimes tanto a mi taita que es mía.
β Pero ya es también mi taita.
Ella lo besó con cuatro besos. Cuando habíamos traspasado el portal de casa para acceder al taxi que nos esperaba, dice mi taita:
β Dorito, ¿te vas sin besarme?
β Ya te besé, taita, pero como ya tienes otro niño de quien cuidarte no te das cuenta.
β Anda, ven aquí, pajarito.
Me dio seis besos y Abelardo desde atrás le enseñó dos dedos y luego con los índices de ambas manos hizo una cruz y se señaló a sí mismo, indicando: «Taita, le has besado con dos besos más que a mí». Mi taita se rió y le mandó dos besos al aire soplando con la mano. Me pareció una bonita escena de cariño, mediante la cual Abelardo estaba consiguiendo ser mejor y más amigo mío. Sabía cómo conquistar mi corazón.
El taxi nos llevó al Camarón rojo. Ambos pensábamos que se trataba de un simple restaurante, pero sí, era el restaurante de un hotel por todo lo alto, ni me sonaba, ni sabíamos ninguno de los dos de su existencia, hasta tal extremo ...