1. Arrepentidos los quiere Dios. (Capítulo 51)


    Fecha: 07/10/2018, Categorías: Confesiones Autor: Febarsal, Fuente: CuentoRelatos

    Capítulo 51
    
    --¡Vaya, vaya, vaya! Con Sergio de la Flor Campillo. Fue lo primero que le dije al acceder a mi despacho. Nada menos que Obispo Coadjutor.
    
    --Manolita: creo que te debo una explicación.
    
    Le corté.
    
    --No hace falta señor Coadjutor, el tiempo todo "lo cura". Dije con sorna.
    
    --Manolita, sé que contigo ya no sirven subterfugios, y no voy a tratar de negar que tanto monseñor y yo...
    
    ¡Por cierto! Le volví a cortar. ¿Qué es de aquel obispo?
    
    --Falleció hace dos años
    
    --Que en paz descanse.
    
    --Te decía, que, planteamos muy mal la forma de que donaras tu patrimonio a la diócesis; Monseñor (q.e.p.d) creyó que a través de nuestra relación íntima podríamos conseguirlo, y la jugada con mi hermano Ernesto fue idea de él, y que yo nunca debí aceptar.
    
    --¡Pero sabía Monseñor que tú y yo..!
    
    --¡Claro que lo sabía!
    
    --¡Joder con el Clero! Ahora entiendo esa frase de que los designios del Señor son inescrutables.
    
    --Pues sí Manolita sí, aunque no lo creas, son así.
    
    --Dime una cosa Sergio, y no me mientas. Cuándo "me partiste el..." ya sabes el qué, ¿también fue un designio del Señor?
    
    --Mira Manolita, hay cosas que sólo se pueden entender desde la fe más absoluta. Mejor no toquemos ese tema.
    
    --¿Te importa que te llame por tu nombre en la intimidad?
    
    --No Manolita, no me importa. Para ti soy un hombre, no un obispo.
    
    --Me hiciste mucho daño Sergio: yo creí en lo de la dispensa papal, y que te ibas a casar conmigo. Me costó mucho ...
    ... olvidarte.
    
    --No sabes lo arrepentido que estoy, y le he pedido al Señor que me perdone; pero me conformaría con que tú lo hicieras.
    
    --Hace tiempo que te perdoné, por mí no sufras. ¡Y qué es de Ernesto! Mira que fue burdo tu hermanito gemelo, más que un clérigo, parece un chulo.
    
    --Lo presagié tarde, sabía que al final ibas a descubrir el pastel. Pero... no quería desairar a Monseñor.
    
    --Cuéntame. ¿Qué has hecho en estos años?
    
    --Pertenezco a la Curia Romana, y si Dios lo quiere, seré el próximo obispo titular de la Diócesis de Cataluña.
    
    He estado residiendo en el Vaticano unos años, y un tiempo por Sudamérica preparándome para el obispado. A ti no te pregunto, porque lo que has hecho salta a la vista y es extraordinario: alcaldesa y propietaria de este fabuloso complejo turístico. Mi más sincera enhorabuena, Manolita.
    
    --Gracias Sergio, veo en los ojos la verdad de tus palabras. Pero dime: ¿volverías a acostarte conmigo?
    
    --El hombre sí, el obispo ¡desde luego que no!
    
    --Como me acabas de decir que para mí eres el hombre, no el obispo, esta noche te espero en la suite principal. Las llaves están puestas en la puerta.
    
    Volví a la recepción muy contenta. ¡Qué verdad es que el tiempo todo lo clarifica! ¿Qué hubiera sido de mí, si de verdad Sergio hubiera renunciado a su sacerdocio y nos hubiéramos casado?
    
    Los dos seríamos pobres, y lo más probable es que no hubiéramos soportado esa vida. Mejor así: él Obispo, y yo alcaldesa. Los sueños de ser feliz aunque pobre al ...
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