1. Arrepentidos los quiere Dios. (Capítulo 51)


    Fecha: 07/10/2018, Categorías: Confesiones Autor: Febarsal, Fuente: CuentoRelatos

    ... cabeza entre las pompas, y con ansia voraz introduje en mis fauces aquel "pedazo de capullo" que apenas me cabía en la boca.
    
    El primer chorro de semen que expelió fue asombroso, me salía por la comisura de los labios, a pesar de que me tragué una buena dosis. El resto de los chorros, ya menos intensos, los tragué con tanto placer o más como si se trataran del más espirituoso licor.
    
    --¿Cuánto hace que no te corres, Sergio?
    
    --Ya te he dicho que con una mujer desde la última vez que estuve contigo.
    
    --¿Cómo puedes mantener eso ahí dentro sin expulsarlo?
    
    --Con emisiones seminales. Durante el sueño lo deponemos.
    
    --¿Y eso no es pecado?
    
    --No Manolita, son cosas del cuerpo, no del espíritu.
    
    Salimos del hidromasaje. Secó mi cuerpo con tanta delicadeza que parecía que me acariciaba con la toalla. Hizo parada en mis senos, y me los agasajaba de tal forma, que mis pezones adquirieron unas dimensiones insólitas.
    
    Me los mamó con tanta suavidad y dulzura que me parecía estar en una nirvana rodeada de ángeles inmaculados. Veía el cielo más azul, y las estrellas más resplandecientes que nunca. Nos acostamos.
    
    --¿Te acuerda Sergio, de la primera fellatio que te hice?
    
    --¡Cómo no me voy a acordar! Si fue también la primera vez que vi el cielo.
    
    --¡No me digas que los obispos no veis el cielo de otra manera que no sea esta!
    
    --Se puede ver el cielo desde la Tierra, Manolita; sólo tienes que tener los ojos con los que se ve.
    
    --Sergio.
    
    --Dime ...
    ... Manolita.
    
    --Sabes... cuando "en nombre del Señor"(dije con ironía) me partiste eltafanario, tomé adicción.
    
    --¿Te gustaría repetir?
    
    --¡Ummmm! claro, lo estoy deseando.
    
    --Espera que me recupere.
    
    Tomamos unas copas del champagne, y fumamos un cigarrillo a medias.
    
    A la media hora más o menos que duró la fumada, el pene de Sergio estaba otra vez duro como el badajo de una campana.
    
    --Ponte es situación cariño.
    
    --Como una perrita en celo, coloqué mis hermosas posaderas a merced de sus caprichos. Tomé una de las almohadas, y me la coloqué bien apretada al vientre, como pretendiendo amortiguar la embestida de aquel "Sagrado Báculo".
    
    Previamente me lamió el esfínter con tal suavidad, que me producía un placer tan exquisito que mis intestinos aplaudían. (La verdad era, que las tripas me sonaban).
    
    Lo abrí todo lo que pude, pero con cuidado de no expeler ninguna ventosidad como la otra vez.
    
    --Cuando sentí en la puerta su glande, esperé con el "ojo bien abierto"a que entrara, y una vez dentro, dejé de hacer fuerza, de modo que se creó un efecto succión, que con un leve y delicado empuje, se introdujo hasta el fondo de mis entrañas.
    
    Me sentía tan llena, que las nervosidades de la zona, transmitían a mi cerebro tal cúmulo de sensaciones que me electrizaban toda.
    
    Acompasaba mis glúteos a sus embestidas, de modo que, en el encuentro de entrada del "émbolo", sentía sus testículos repicaban en mis nalgas como campanas tocando a gloria. ¡Qué placer, Dios mío!
    
    Otro ...