1. Arrepentidos los quiere Dios. (Capítulo 51)


    Fecha: 07/10/2018, Categorías: Confesiones Autor: Febarsal, Fuente: CuentoRelatos

    ... vida, Sergio había sido uno de sus forjadores, aunque de forma indirecta, porque sus intenciones no eran precisamente las que llegara a donde he llegado. ¡Pero bueno! Como está bien lo que bien acaba, olvidé todos mis prejuicios y me dispuse a gozar a tope con ese pedazo de Obispo Coadjutor de más de uno noventa de estatura, y con un "pedazo de cosa" que conmueve, y pone la carne de gallina.
    
    Cuento al principio de este relato, que tuve esa hora tonta que dicen que tenemos todas las mujeres, y por ella, aquel viajante de alpargatas que me hizo una tripa tuve que salir del pueblo. Ahora también tuve otra, luego lo contaré.
    
    --Pero...¡Cómo has entrado aquí! Exclamé fingiendo estupor.
    
    --Las llaves estaban puestas, ¿No te acuerdas que me lo dijiste?
    
    --¡Ah sí! Esta noche todas las llaves de las habitaciones están puestas por fuera, he dado esa orden para evitar aglomeraciones a la hora de recogerlas en conserjería; todos somos de confianza.
    
    Según hablaba, me iba metiendo en la mini piscina hasta que me ubiqué en sus brazos, que ya habían dejado la botella y las copas en la repisa de mármol blanco traído expresamente de Macael (Almería).
    
    --Manolita, mi dulce y grata Manolita: sigues conservando ese maravilloso cuerpo de diosa. Estoy seguro que El Señor me comprenderá, pues seguro, que si Èl bajara a la tierra reencarnado en hombre, también te haría el amor.
    
    --No, si palabritas no te faltan. Le dije con un mohín de agrado.
    
    Introduje mi mano derecha por ...
    ... debajo de la espuma y las burbujas: quería comprobar como se mantenía "ese bordón" que tanto me había hecho gozar y padecer. ¡Cómo se mantenía! Exactamente igual que cuando hace años le tuve entre mis dos manos y no conseguía cubrirlo con ellas.
    
    Al sentirlas allí ubicadas, me abrazó con tal pasión, que buscando mis labios y mi lengua con ansias inusitadas, me besó de tal forma que parecía que era su primer beso.
    
    Sin soltar mis manos de su "hermosa virilidad", como si tuviera miedo de que se licuara entre la espuma y las burbujas, le ofrecí toda mi boca para que me la dejara seca.
    
    --Manolita.
    
    --Dime "obispo mío".
    
    --Si yo te jurara por el Dios que represento en la Tierra, que eres la única mujer con la que he hecho el amor ¿me creerías?
    
    --Pues sí, pero por pura lógica. No creo que los obispos vayan por ahí follando a diestro y siniestro. Igual quieres que me crea, que en estos años no has echado ningún "polvete".
    
    --No Manolita, no. Lo nuestro es tan sublime, tan extraordinario que estoy seguro que es un mandato del Señor para que el hombre pruebe las mieles del sexo, y después sepa hallar donde se ubica el verdadero amor, el sublime, el eterno, el imperecedero. Y has sido tú la elegida por Él, al igual que la Virgen María para alumbrar a Jesucristo; que seas la que de luz a mi conciencia.
    
    --¡Joder! Pensé. Y hasta igual es cierto. Yo Manolita puesta por Dios a la altura de la Virgen.
    
    No podía aguantar más las ganas de "comerme su miembro viril",sumergí la ...