1. Ana 6: desencadenada (Parte 4 y Final)


    Fecha: 08/10/2018, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... no estoy, pero en cualquier momento llega otro vecino de alguna fiesta y tengo que estar atento.
    
    —Aah, bueno. — dice ella, con tono de lamento.
    
    —¿por qué? ¿qué pasó? — pregunta él. Lamentando inmediatamente haberlo hecho.
    
    —Es que la canilla de la bacha del baño se rompió y no cierra. Estoy tratando de cerrar la llave de paso, para que no siga perdiendo agua, pero está muy dura. ¿vos no podrás subir a ayudarme? Seguro que tenés más fuerza que yo, y no te va a tomar mucho tiempo.
    
    —Bueno, bancame un rato que ya subo. —dice él, rendido, largando un suspiro, sin intentar disimularlo.
    
    En los segundos que tarda en elevarse por el ascensor, alberga cierta esperanza. A lo mejor no pase nada, se dice.
    
    Encuentra la puerta abierta, apenas arrimada. Golpea dos veces
    
    —Pasá — le grita ella desde algún lugar.
    
    Se pregunta qué haría si se encuentra con Ana desnuda. O semidesnuda, con una tanguita blanca dispuesta a entregarse. No podría resistirme, se contesta.
    
    Pero entonces escucha el ruido del agua correr, y siente cierto alivio. Ana está en el baño. No dice nada, le sonríe y le señala la llave de paso. Realmente está dura, pero lentamente logra cerrarla.
    
    —Gracias, sos un genio. — le dice ella. — siempre te estoy molestando yo.
    
    —No pasa nada — dice Federico, saliendo del baño, y dirigiéndose ya a la puerta.
    
    Ana piensa en ofrecerle algo de tomar, para llevarlo al living un rato, pero prefiere ir al grano.
    
    —Yo te quiero agradecer todo lo que hacés por ...
    ... mí.
    
    —No hace fal.. — la frase se corta porque Ana, en un movimiento rápido se deshace del vestido, y queda, tal como en su fantasía de hace un momento: semidesnuda, con una tanga blanca y un corpiño del mismo color.
    
    —¿me voy a tener que quitar el resto yo? — le pregunta, desafiante.
    
    —No bebé. — le contesta él, ya totalmente perdido. Se arrodilla frente a ella. Apoya sus manos en las caderas y le da un beso en el ombligo. El sabor es puro, el olor embriagante. Usa los dedos índice y pulgar para tirar el elástico de la tanga hacia abajo, despacito, muy despacito, sintiendo cómo la prenda se desliza por las nalgas voluptuosas que pronto saborearía. La tanga sigue su camino hacia el suelo, Federico besa sus piernas, huele su sexo, tan húmedo como el suyo propio. Ella levanta un pie, y luego el otro para dejar la prenda en el suelo. Se da la vuelta. A él le tienta ese culo, pero le gusta empezar con lentitud, y dejar lo mejor para el final, saboreando cada instante de placer. Se para. Le desabrocha el corpiño, se deshace de él, manteniendo la lentitud de los movimientos. La abraza por detrás “vas a ser mi ruina” le susurra, haciéndole sentir su falo erecto. Le masajea las tetas con ternura, le besa la espalda, le corre el cabello a un costado y los besos, suben, dejando huellas húmedas, hasta el cuello. “me vas a arruinar” le dice al oído, para luego lamerlos. Ella gira la cabeza. Se miran a los ojos. Se besan al mismo tiempo. Un beso tierno y largo. Se saborean, se muerden ...