1. La noche de año nuevo


    Fecha: 09/10/2018, Categorías: Incesto Autor: Kalinero, Fuente: SexoSinTabues

    ... mi ex-amante. Luego, a las 12 y cuarto, mientras brindábamos por el año nuevo, me sonó el móvil. Era Rosa que decía que venía a recogerme. A las doce y media me dijo que estaba en la puerta de la casa. Me despedí de todos, y especialmente de Carlos. Le dije que tuviera cuidado con la bebida. Él me dijo que yo también tuviera cuidado. Bajé por el ascensor y en frente del portal estaba Rosa con su precioso coche. Me sorprendió. Tenía un look muy elegante. Nunca la había visto así. Llevaba un traje pantalón negro, con pantalón de campana. Llevaba una chaqueta, y debajo de la chaqueta, una camisa banca con con encajes. Llevaba unos zapatos de tacón anchos. Rosa era una chica rubia de cuarenta años que se conservaba muy bien. No era tan alta como yo y estaba bastante delgada. Nunca la había visto con el pelo tan corto. Rosa tenía un cargo de mucha responsabilidad y muy buen sueldo en una gran empresa. Gracias a ella conseguí encontrar mi trabajo actual. Bueno, el caso es que me saludó con un beso protocolario y nos fuimos al cotillón. Era una discoteca que se dedicaba al público de “puretas”, cuarentones con ganas de marcha. Desde el principio fuimos una de las atracciones de la fiesta. El problema de estas noches es que la bebida convierte a los tíos, ya de por sí pesados, en moscones. Yo disfrutaba con tantos tíos detrás, pero Rosa parecía no disfrutar. Se estaba agobiando. Yo me animaba bebiendo, Rosa no podía beber mucho porque tenía que conducir. Los más pesados eran unos ...
    ... garrulos que no sabíamos que hacían allí. Estaban muy borrachos y pensaban que estaba en una casa de putas, en lugar de en una fiesta de fon de año. Me puse a bailar mientras Rosa guardaba nuestra mesa. Se me colocaron alrededor un montón de tíos. Había una chica bailando también y me acerqué a ella para protegernos mutuamente. No sirvió de nada. Sentí una mano rozándome el culo. Me aparté. Volví a sentir la mano al poco tiempo. Me di la vuelta para encararme con ellos, y me encontré a tres imbéciles con ganas de guasa. Iba a pegarle un tortazo a uno, pero a cual. Me dí la vuelta, y a la tercera, me di por vencida y me fui a la mesa. Uno de los tíos me siguió y se sentó a mi lado. Empezó a decirme groserías, e incluso alargó la mano para acariciarme. Le di un manotazo. Volvió a intentar acariciarme, y le tiré el contenido de mi baso encima. Aquello ya estaba llamando la atención de la gente de alrededor. El tipo se levantó de la mesa. Yo ya me sentía más incómoda que Rosa. Rosa me tomó del brazo. -¡Vámonos! ¡No hemos debido venir a esta fiesta!- Nos levantamos y nos largamos de la discoteca. Rosa le dio un billete de 20 euros al relaciones públicas de la puerta, y nadie nos siguió. -Vamos a un sitio- Me dijo, Rosa. - Es un sitio más tranquilo. Nunca he ido pero me han hablado bien de él- Me llevó hasta un bar de puertas sin ventana, que no permiten ver lo que había dentro. Al entrar me di cuenta de que sólo había chicas. Muchas de ellas iban vestidas así, como Rosa. Me di cuenta ...
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